Trump endurece su discurso contra el narcotráfico: “Vamos a matarlos”
Durante una conferencia en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump lanzó una de sus declaraciones más duras sobre el combate al narcotráfico. Sin rodeos, aseguró que su administración no pedirá al Congreso una declaratoria de guerra contra los cárteles, pero que su respuesta será letal: “Vamos a matar a la gente que está introduciendo drogas en nuestro país”.
Su tono, desafiante y sin filtros, evocó a los días más intensos de su primera campaña presidencial, cuando prometía “mano dura” contra los criminales y reforzar la seguridad fronteriza. Esta vez, el blanco de sus críticas fueron los grupos de la delincuencia organizada que, según él, “operan como terroristas en el hemisferio occidental”.
“El ISIS del hemisferio occidental”: la nueva etiqueta de Trump para los cárteles
Trump comparó a los cárteles con grupos terroristas, calificándolos como “el ISIS del hemisferio occidental”. La frase resonó con fuerza en Washington y en medios internacionales, pues sugiere que el mandatario busca legitimar acciones militares directas contra organizaciones criminales sin pasar por el Congreso.
“Creo que simplemente vamos a matarlos”, insistió, rodeado de su gabinete de Seguridad Nacional. Para Trump, los narcotraficantes representan una amenaza equivalente a la de los grupos extremistas que su administración combatió en Medio Oriente.
Operaciones recientes del Pentágono alimentan la tensión
Las declaraciones de Trump se produjeron horas después de que el Pentágono confirmara ataques contra dos lanchas sospechosas en aguas internacionales del Pacífico, cerca de Colombia. Según fuentes oficiales, ambas embarcaciones transportaban cargamentos de droga destinados al mercado estadounidense.
La operación, realizada sin participación de fuerzas locales, fue vista por analistas como una señal de que Estados Unidos está dispuesto a actuar unilateralmente contra el narcotráfico en el continente.
Acusaciones a China y Venezuela: el nuevo eje del discurso
Trump también arremetió contra China, acusando a su gobierno de “usar a Venezuela para el tráfico de fentanilo”. Aunque no presentó pruebas, aseguró que abordará el tema en su próxima reunión con el presidente chino, Xi Jinping.
La declaración amplía su discurso de confrontación geopolítica, ahora ligando el problema de las drogas a la rivalidad entre potencias. Según Trump, “los enemigos de Estados Unidos usan las drogas como arma para destruir comunidades y debilitar la economía”.
Desmentido a The Wall Street Journal y mensaje al Pentágono
El mandatario también aprovechó la conferencia para desmentir un artículo de The Wall Street Journal que afirmaba que Estados Unidos había enviado bombarderos B-1 cerca de Venezuela como parte de una estrategia de presión militar.
“Falso. No hemos ordenado ninguna operación de ese tipo”, dijo Trump. Sin embargo, su tono al hablar del Pentágono y las recientes acciones en el Pacífico deja entrever que su administración no descarta operaciones encubiertas o misiones de inteligencia para golpear las redes del narcotráfico internacional.
Reacciones y ecos en Washington
Las palabras del presidente generaron reacciones inmediatas entre legisladores, diplomáticos y analistas de seguridad. Algunos advirtieron que una política de ejecuciones extrajudiciales violaría el derecho internacional y dañaría la imagen de Estados Unidos. Otros, sin embargo, aplaudieron su determinación, señalando que “el tiempo de la diplomacia con los narcos terminó”.
Mientras tanto, en América Latina, las declaraciones de Trump reavivan el debate sobre la soberanía nacional y el papel de Estados Unidos en la llamada “guerra contra las drogas”, una estrategia que ha dejado décadas de violencia y resultados limitados.
Un discurso con fines políticos
El momento de las declaraciones no pasó desapercibido: ocurren justo cuando Trump busca fortalecer su imagen de liderazgo fuerte ante el electorado conservador. Con la temporada electoral en marcha, su mensaje apunta a proyectar una narrativa de acción directa, nacionalismo y cero tolerancia al crimen.
Para sus seguidores, representa el regreso del “Trump sin miedo”. Para sus críticos, una peligrosa escalada de retórica que podría justificar abusos en nombre de la seguridad.


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