En las «ventanitas» de café de Miami, un bastión del voto republicano, ha surgido una conversación incómoda. La lealtad inquebrantable de muchos cubanoamericanos hacia Donald Trump se está poniendo a prueba por una de sus políticas más emblemáticas: las deportaciones masivas.
Durante años, la comunidad cubanoamericana del sur de Florida ha sido uno de los bloques de votantes más fiables del Partido Republicano, unidos por una férrea postura anticomunista que encontró un eco en la retórica de Donald Trump. Antes de las últimas elecciones, más de dos tercios de los cubanoamericanos en el condado de Miami-Dade expresaron su apoyo al expresidente. Sin embargo, esa lealtad ahora enfrenta una crisis de conciencia, ya que las agresivas políticas de deportación de la administración Trump han comenzado a golpear cerca de casa, afectando no solo a otros hispanos, sino también a cubanos, venezolanos y nicaragüenses.
La política, que antes se apoyaba en abstracto, ahora tiene un rostro humano y familiar, generando un debate interno que revela una profunda fractura entre la ideología política y la solidaridad cultural.
«No Vine para Esto»: La Disonancia de los Partidarios
La tensión es palpable en los lugares de reunión de la comunidad. En una «ventanita» en el barrio de Westchester, Roger Schaefer, un cubanoamericano de segunda generación, se define como «un partidario de Trump al 100%», pero su apoyo tiene límites. «Estaba de acuerdo con deportar a cualquier criminal, no tanto a la gente que viene a trabajar duro, como los techadores y los obreros de la construcción. No estoy a favor de deportar a personas sin antecedentes penales», afirma.
La historia de Schaefer no es única. Refleja una creciente disonancia cognitiva dentro de la comunidad. Muchos apoyaron la idea de una política de «mano dura» en la frontera, pero no anticiparon que se aplicaría a personas de sus propias comunidades, a quienes ven como refugiados que huyen de la misma tiranía que ellos o sus familias escaparon. Este choque entre la política abstracta y la realidad concreta está forzando a muchos a reevaluar sus posturas.
Un Cambio de Política que Golpea en Casa
El origen de esta ansiedad es un cambio significativo y poco publicitado en la política de deportación de Estados Unidos. Abel Delgado, jefe del Caucus Hispano Demócrata de Miami-Dade, explica que la comunidad del sur de Florida está conmocionada porque la administración ha comenzado a deportar personas a países con regímenes autoritarios, algo que antes no era una práctica común.
«Antes no deportábamos a la gente a Cuba de forma regular. Eso ha cambiado», afirma Delgado.
Esta nueva realidad se ve agravada por las recientes restricciones de viaje impuestas a ciudadanos de 19 países, entre los que se incluyen Cuba, Haití y Venezuela. A partir del 9 de junio, se ha prohibido la entrada a ciudadanos haitianos y se ha negado el acceso a visas comunes de negocios, turismo y estudio para cubanos y venezolanos. La justificación de la administración incluye la falta de cooperación de estos gobiernos y, en el caso de Cuba, su designación como «estado patrocinador del terrorismo». Para muchos en Miami, enviar a la gente de vuelta a estos países es visto como una sentencia inhumana.
El Dilema de los Líderes Políticos Cubanoamericanos
La creciente inquietud en la base ha obligado a los líderes políticos cubanoamericanos, tradicionalmente alineados con Trump, a pronunciarse. La congresista republicana María Elvira Salazar, de Miami, ha expresado públicamente que las deportaciones de cubanos, venezolanos y nicaragüenses la han dejado «con el corazón roto».
Salazar y otros miembros cubanoamericanos del Congreso han programado reuniones con la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, para discutir sus preocupaciones sobre el envío de personas a estos países. Incluso figuras como Ileana García, fundadora de «Latinas for Trump», han calificado las deportaciones de «inaceptables e inhumanas». Este posicionamiento, aunque cauteloso, indica que la presión de la comunidad está llegando a los más altos niveles de representación política.
¿Lealtad Política o Solidaridad Cultural?
A pesar de la creciente preocupación, no está claro si este descontento se traducirá en un cambio político significativo. Figuras influyentes de los medios de comunicación, como la presentadora de radio Ninoska Pérez, sostienen que muchos en la comunidad creen que el endurecimiento de la política migratoria era necesario y que Trump tiene un «mandato» para proteger las fronteras.
La comunidad cubanoamericana de Miami se encuentra en una encrucijada. Históricamente, su identidad se ha definido en gran medida por su exilio político y su anticomunismo, lo que los alineó naturalmente con el Partido Republicano. Ahora, las políticas de ese mismo partido los están obligando a confrontar una identidad más amplia como parte de una comunidad inmigrante hispana que se siente bajo asedio. La pregunta que resuena en las calles de Miami es si la lealtad política prevalecerá sobre la solidaridad cultural y humana. La respuesta podría tener profundas implicaciones para el futuro político de Florida y del país.


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