En el vibrante mundo de la música regional mexicana, donde los corridos narran historias de héroes y villanos, una sombra oscura ha salido a la luz. Gerardo Ortiz, uno de los exponentes más reconocidos del género, ha confesado su participación en conciertos organizados por promotores vinculados al narcotráfico. Esta revelación no solo sacude a la industria musical, sino que también expone las complejas relaciones entre el arte y el crimen organizado.
La encrucijada de un artista
Ortiz, conocido por sus corridos que a menudo relatan la vida en el mundo del narcotráfico, se encontró en una encrucijada. A pesar de las advertencias de las autoridades estadounidenses en 2018 sobre la designación de Jesús ‘Chucho’ Pérez Alvea como narcotraficante bajo la Ley Kingpin, el cantante continuó realizando conciertos para él. Esta decisión, influenciada por su relación con Ángel Del Villar, director ejecutivo de Del Records, lo llevó a violar la ley federal de Estados Unido.
La Ley Kingpin y sus implicaciones
La Ley de Designación de Cabecillas Extranjeras del Narcotráfico, conocida como Ley Kingpin, prohíbe a ciudadanos y empresas estadounidenses realizar transacciones comerciales con personas o entidades vinculadas al narcotráfico. Las sanciones por violar esta ley son severas, incluyendo multas significativas y penas de prisión. Ortiz, al admitir su culpabilidad, se enfrenta ahora a las consecuencias legales de sus acciones.
La industria musical bajo la lupa
Este caso pone en evidencia la delgada línea que a veces existe entre la música regional mexicana y el crimen organizado. Los corridos, en particular, han sido criticados por glorificar la vida de los narcotraficantes, convirtiéndose en una especie de crónica no oficial del mundo del narcotráfico. La participación de artistas en eventos organizados por figuras vinculadas al crimen organizado no es un fenómeno nuevo, pero la confesión de Ortiz resalta las implicaciones legales y éticas de tales asociaciones.
El papel de Del Récords y Ángel Del Villar
Del Records, bajo la dirección de Ángel Del Villar, ha sido una plataforma importante para artistas de la música regional mexicana. Sin embargo, la relación de la compañía con promotores como Pérez Alvea y la influencia de Del Villar en las decisiones de Ortiz están ahora bajo escrutinio. La fiscalía busca esclarecer el papel de la discográfica en estos eventos y su conocimiento sobre las actividades ilícitas de sus asociados.
Consecuencias y reflexiones
La confesión de Gerardo Ortiz y su disposición a testificar contra Del Villar podrían ser factores determinantes en el desarrollo del caso. Además, este incidente invita a una reflexión más profunda sobre la responsabilidad de los artistas y las empresas en la elección de sus asociaciones y en cómo sus decisiones pueden afectar su carrera y la percepción pública.
¡Únete a nuestro canal en WhatsApp! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil.


TE PODRÍA INTERESAR