Google Chrome, el navegador más utilizado en el mundo, está bajo fuego. Lo que durante años fue sinónimo de velocidad y eficiencia, hoy se enfrenta a una ola de críticas por parte de especialistas en ciberseguridad que advierten sobre su evolución hacia una herramienta de rastreo altamente sofisticada. La recomendación es clara: desinstalarlo cuanto antes.
Según expertos citados por el portal Computer Hoy, Chrome recopila datos personales de forma masiva. No se trata solo del historial de navegación, sino también de compras, ubicaciones, intereses, y hasta actividad en otras plataformas conectadas. La gravedad radica en que esta vigilancia persiste incluso cuando el usuario activa el modo incógnito, lo que genera una falsa sensación de privacidad.
El modo incógnito no te protege
Uno de los puntos más alarmantes señalados por los especialistas es la funcionalidad del modo incógnito. Aunque muchos lo consideran una garantía de anonimato, lo cierto es que Chrome sigue recolectando información sobre la navegación, dejando expuestos a millones de usuarios. Este nivel de monitoreo plantea preocupaciones serias sobre el control y uso de los datos personales, especialmente en tiempos donde la privacidad digital es más vulnerable que nunca.
Las extensiones disponibles en la Chrome Web Store también representan un riesgo importante. Muchas de ellas acceden a información sensible sin que el usuario sea plenamente consciente, aumentando así la exposición a posibles filtraciones o usos indebidos de los datos.
Además, los expertos destacan que, aunque hay alternativas como Microsoft Edge, Opera, Brave o Vivaldi, todas están basadas en Chromium, el mismo motor que utiliza Chrome. Esto significa que las decisiones técnicas de Google continúan influyendo directamente en la mayoría de los navegadores del mercado.
Frente a este panorama, los especialistas en seguridad recomiendan explorar opciones más centradas en la privacidad, como Firefox o Tor. Mientras tanto, el debate sobre la necesidad de una navegación más segura y menos invasiva continúa creciendo, y con ello, la presión sobre empresas como Google para replantear sus prácticas.


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