La democracia ateniense fue un experimento político que fascinó al mundo antiguo y que sigue siendo un referente para el análisis político moderno. A diferencia de nuestras democracias representativas actuales, donde elegimos a nuestros líderes, en Atenas los ciudadanos comunes podían ocupar cargos públicos mediante un sistema de sorteo.
¿El objetivo? Garantizar la igualdad política y evitar que el poder se concentrara en unas pocas manos. Este sistema, establecido a partir de las reformas de Calístenes en el 508 a.C., marcó un hito en la historia política.
¿Cómo funcionaba el sorteo en la democracia ateniense?
El poder legislativo recaía directamente en la ekklesía, la asamblea soberana donde todos los ciudadanos participaban para tomar decisiones clave sobre la vida de la polis. Sin embargo, las funciones ejecutivas y judiciales eran desempeñadas por instituciones como:
- El Boulé: Consejo encargado de preparar la agenda y ejecutar las decisiones de la asamblea.
- El Arcontado: Magistrados responsables de rituales religiosos y asuntos administrativos.
- El Diakisterion: Tribunal del pueblo encargado de arbitrar conflictos y juicios políticos.
Los magistrados eran seleccionados por sorteo, lo que permitía que cualquier ciudadano pudiera aspirar a estos cargos, siempre y cuando cumpliera con ciertos requisitos mínimos evaluados a través de la dokimasía.
Innovaciones democráticas de Calístenes
Dos reformas claves de Calístenes transformaron la democracia ateniense:
- El sorteo como método de selección: Rompió con la tradición elitista, permitiendo que cualquier ciudadano, sin importar su riqueza o estatus social, pudiera ocupar cargos públicos.
- El misthoi o estipendio: Introdujo un pago para los ciudadanos que participaban en la política, garantizando que incluso los más pobres pudieran dedicarse al servicio público sin sufrir carencias económicas.
Esta medida, llamada misthophoria, permitió que más ciudadanos pudieran asistir a la asamblea y participar en la toma de decisiones, fortaleciendo el principio de igualdad política.
Contrapesos para evitar abusos de poder
El sistema ateniense incluía mecanismos para garantizar que los cargos públicos no fueran monopolizados ni abusados:
- Rotación obligatoria: Los cargos duraban un año y solo podían ser ocupados dos veces en la vida de una persona.
- Rendición de cuentas: Los magistrados estaban obligados a reportar sus acciones ante la asamblea, y cualquier irregularidad podía llevarlos a juicio público.
- La suerte como igualdad: El sorteo eliminaba las ventajas de la riqueza o el linaje, asegurando que todos los ciudadanos tuvieran una oportunidad justa de participar.
La democracia de los “cualquieras”
La democracia ateniense confiaba el poder a los hoi idiotai, ciudadanos comunes y corrientes sin experiencia previa. Aunque esto representaba un riesgo, también era una declaración de confianza en el pueblo.
El concepto de democracia directa se basaba en la idea de que las decisiones debían reflejar la voluntad de la mayoría. Los magistrados no gobernaban; eran simples ejecutores de lo que decidía la ekklesía.
Diferencias con la democracia moderna
A diferencia de la democracia ateniense, las democracias modernas son representativas, lo que significa que los ciudadanos delegan el poder en líderes electos. Esta práctica, que surgió en la modernidad, limita la participación ciudadana al acto de votar.
En contraste, los atenienses consideraban la representación como una forma de oligarquía, pues restringía la participación activa de los ciudadanos. Para ellos, la igualdad política se lograba a través de la participación directa.
Reflexiones para la actualidad
Aunque el sistema ateniense tenía limitaciones, como la exclusión de mujeres, esclavos y extranjeros, ofrece lecciones valiosas para nuestras democracias:
- Fomentar la participación directa: La implicación activa de los ciudadanos fortalece la confianza en las instituciones.
- Evitar la concentración de poder: La rotación de cargos y la rendición de cuentas son esenciales para garantizar la transparencia.
- Incluir a todos los sectores: El pago a los ciudadanos pobres para participar en la política es un recordatorio de que la democracia debe ser accesible para todos.
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