El puente Guadalupe-Reyes y el aplazamiento del Presupuesto 2025
Con el inicio del tradicional puente Guadalupe-Reyes, las actividades políticas suelen ralentizarse, pero la discusión del Presupuesto 2025 sigue sin resolverse. Hasta ahora, no hay dictamen aprobado por la Comisión de Presupuesto y las negociaciones se mantienen en un limbo.
Aunque los legisladores han prometido resolverlo pronto, los retrasos reflejan las tensiones inherentes a un presupuesto limitado, donde cada ajuste implica afectar a alguien: organismos autónomos, universidades o dependencias federales.
Universidades: al filo del recorte presupuestal
Uno de los puntos más álgidos es el presupuesto para las universidades. Hacienda había anunciado recortes que ahora se intentan revertir. Si bien no se otorgarán recursos adicionales, es probable que al menos mantengan el presupuesto del año pasado en términos nominales.
Este ajuste llega en un contexto de escasez presupuestal crónica en las universidades, afectadas por años de asignaciones insuficientes. Mientras tanto, otros organismos autónomos podrían absorber los recortes necesarios para compensar.
El tamaño del desafío: ingresos vs. gastos en 2025
El presupuesto proyectado para 2025 ilustra un problema estructural: los ingresos estimados del gobierno ascienden a 7.5 billones de pesos, mientras que el gasto alcanzará 9.3 billones, generando un déficit de 1.8 billones de pesos.
¿De dónde provienen los ingresos?
- Impuestos: 5 billones de pesos
- Ingresos petroleros: 1 billón
- Empresas y organismos como IMSS, ISSSTE y CFE: 1.2 billones
- Otros ingresos no tributarios: 300 mil millones
¿Cómo se divide el gasto?
- Gastos programables:
- Servicios personales y operación: 1.8 billones
- Pensiones tradicionales: 1.6 billones
- Programas sociales (becas, pensiones nuevas): 2 billones
- Inversión pública: 1 billón
- Gastos no programables:
- Costo financiero de la deuda: 1.3 billones
- Participaciones a estados: 1.3 billones
Ajustes imposibles: ¿de dónde recortar?
El margen para mover recursos es extremadamente limitado:
- Gastos no programables (deuda y pacto fiscal) están fuera del alcance legislativo.
- Pensiones tradicionales son compromisos inamovibles.
- Programas sociales, clave para el apoyo político, son intocables por razones electorales.
Esto deja solo dos áreas: inversión pública y gastos de operación, ambos ya reducidos a niveles mínimos.
El ajuste necesario para evitar un déficit mayor se convierte en un rompecabezas político y técnico que hasta ahora no tiene solución clara.
¿Una reforma fiscal en el horizonte?
El Presupuesto 2025 pone en evidencia que México está alcanzando los límites de su modelo fiscal. Aunque se habla de la necesidad de una reforma fiscal, el panorama es complejo:
- 50% de la población activa está en la informalidad, lo que dificulta ampliar la base tributaria.
- La infraestructura en deterioro y el control territorial del crimen organizado complican la inversión y la recaudación.
- El marco jurídico debilitado desincentiva la confianza de los inversionistas.
El país que queremos: más allá de los números
El Presupuesto 2025 no solo es un ejercicio de contabilidad; es un reflejo de las prioridades y desafíos de un país que parece atrapado en un ciclo de insuficiencia financiera y compromisos crecientes.
Antes de hablar de reforma fiscal, quizá sea el momento de cuestionar: ¿Qué tipo de país queremos construir? ¿Estamos listos para redefinir nuestras prioridades y asumir los sacrificios necesarios para un modelo más sostenible?
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