Cuando uno observa el cielo de México —ese que millones miran desde avenidas congestionadas mientras respiran contaminación— es fácil olvidar que los jets privados en México recorren rutas invisibles para la gran mayoría. Esta historia comienza ahí: en un país donde la aviación privada se ha convertido en símbolo puro de desigualdad.
El nuevo informe de la Alianza por la Justicia Fiscal reveló algo que pocos imaginaban con claridad: México es el tercer país con más jets privados del mundo, casi 2 mil, solo detrás de Estados Unidos y Brasil. Y aunque pueda sonar como un simple dato aeronáutico, en realidad es la punta visible de un problema profundamente estructural.
La desigualdad se mide también en el aire
Diego Merla, de Oxfam México, lo sintetizó con crudeza:
El 0.1% más rico contamina lo mismo que el 40% más pobre.
Mientras familias enteras padecen los efectos de la crisis climática —lluvias extremas, calor sin precedentes, falta de agua—, la élite disfruta vuelos privados que contaminan entre 5 y 14 veces más por pasajero que un vuelo comercial y 50 veces más que un tren. Un lujo que no solo refleja desigualdad: la amplifica.
Y en la mitad de esta historia, vuelve a aparecer nuestra palabra clave objetivo: jets privados en México, porque este fenómeno se ha vuelto un espejo del país que somos y del que podríamos ser si hubiese una reforma fiscal ambiental justa.
Los hombres más ricos y un impacto que supera a millones
Slim, Larrea y Baillères —tres apellidos que dominan la economía mexicana— concentran inversiones que contaminan más que 17 millones de personas. No se trata solo del jet privado que utilizan, sino de los sectores donde colocan su capital: minería, telecomunicaciones, industria pesada. Sectores que operan con la huella ambiental de países enteros.
México enfrenta una triple crisis: clima, contaminación y biodiversidad
El informe Más verdes, más justos describe un país atrapado entre incendios forestales, ríos contaminados y ecosistemas devastados. Aun así, el sistema fiscal sigue protegiendo a quienes más contaminan.
Ejemplo clave:
La Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) se cobra igual a aviones comerciales y jets privados.
Absurdo, pero real.
Aunque un vuelo comercial transporta a cientos, el jet privado recibe prácticamente el mismo tratamiento en términos fiscales, pese a su enorme impacto ambiental. Es un subsidio disfrazado.
Yates: la otra cara del lujo que contamina sin freno
Si los jets indignan, los yates escandalizan.
Un solo yate puede generar la huella de carbono de 1,400 personas en un año.
Pero en México, estacionar uno en Los Cabos cuesta 64 pesos al día, mientras que en Los Ángeles o Florida se cobran hasta 240 dólares por pie.
En la Ciudad de México, estacionar un coche puede salir más caro que atracar una embarcación de lujo en Cozumel.
La urgencia de una reforma fiscal verde
La Alianza por la Justicia Fiscal propone tres líneas de acción:
Reforma fiscal progresiva para regular los jets privados en México
– Impuestos al carbono
– Impuestos al transporte más contaminante
– Impuestos para proteger biodiversidad y ecosistemas
No se trata de castigar a los ricos, sino de que quienes más impactan al planeta aporten más a su restauración.
México no puede seguir siendo un país donde 2 mil jets representen el privilegio de unos cuantos y la carga ambiental de millones.
Hacia un cielo más justo
La historia de los jets privados en México es, en realidad, la historia de la desigualdad nacional escrita en el aire. Mientras no exista una reforma fiscal que redistribuya responsabilidades y recursos, el país seguirá siendo un territorio donde unos vuelan por encima de todos, literalmente.
Y hasta que eso no cambie, los cielos mexicanos seguirán siendo el mapa perfecto de una nación que necesita justicia ambiental urgente.
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