La dieta cetogénica y el ayuno intermitente prometen revolucionar la salud, pero la ciencia enciende las alarmas. Investigaciones recientes asocian estas populares prácticas con el envejecimiento celular acelerado y un drástico aumento del riesgo de muerte cardiovascular.
La promesa es seductora: transformar el cuerpo, optimizar la energía y alcanzar un estado de bienestar superior. Millones de personas en todo el mundo han adoptado la dieta cetogénica (Keto) y el ayuno intermitente (AI) como pilares de un estilo de vida saludable. Sin embargo, una creciente ola de evidencia científica comienza a dibujar una realidad más compleja y, en algunos casos, alarmante. Estudios recientes de instituciones de prestigio están desvelando la cara oculta de estas tendencias, sugiriendo que los mismos mecanismos que las hacen efectivas a corto plazo podrían albergar peligros significativos para la salud a largo plazo.
La Dieta Keto Bajo el Microscopio: ¿Un Acelerador del Envejecimiento Celular?
La dieta cetogénica, que restringe drásticamente los carbohidratos para forzar al cuerpo a quemar grasa como combustible, ha sido aclamada por su rápida eficacia en la pérdida de peso. No obstante, un estudio publicado en Science Advances y liderado por investigadores de UT Health San Antonio ha puesto el foco en un posible efecto secundario preocupante: el envejecimiento celular acelerado.
La investigación, realizada en modelos animales, encontró que someter al organismo a una dieta cetogénica de manera sostenida induce un estado de senescencia celular en órganos vitales. La senescencia es un proceso en el que las células dejan de dividirse y entran en un estado similar al de un «zombie», acumulándose en los tejidos y liberando compuestos inflamatorios que pueden dañar a las células vecinas sanas. Este fenómeno es uno de los sellos distintivos del envejecimiento.
Según los hallazgos, el estrés metabólico provocado por una dieta compuesta en un 90% por grasas activa un gen clave, el p53, que a su vez desencadena la senescencia. Los resultados fueron contundentes: los riñones de los ratones sometidos a la dieta Keto crónica mostraron, en promedio, cuatro veces más marcadores de envejecimiento celular que los del grupo de control. Se observaron efectos similares en el corazón, el hígado y el cerebro.
«Los resultados de esta investigación sugieren que la dieta cetogénica puede acelerar el envejecimiento de los órganos, aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes tipo 2».
Sin embargo, el mismo estudio reveló un matiz crucial. Cuando la dieta Keto se aplicaba de forma intermitente (por ejemplo, alternando periodos con una dieta estándar), el efecto de envejecimiento celular no se producía. Esto sugiere que el peligro no reside en la cetosis en sí, sino en la cronicidad y constancia de este estado metabólico extremo. Otros estudios a largo plazo también han levantado banderas rojas, asociando las dietas cetogénicas con un aumento de los perfiles lipídicos y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, renales y hepáticas.
Ayuno Intermitente y Salud Cardíaca: Una Asociación Inesperada y Preocupante
El ayuno intermitente, particularmente el método 16:8 que restringe la ingesta de alimentos a una ventana de 8 horas al día, es otra de las estrategias de bienestar más extendidas. Su popularidad se basa en la simplicidad y los supuestos beneficios metabólicos. Pero una investigación preliminar presentada en una conferencia de la Asociación Americana del Corazón (AHA) en marzo de 2024 ha generado una gran controversia.
El estudio, que analizó datos de más de 20,000 adultos en Estados Unidos, encontró una asociación sorprendente: las personas que seguían un patrón de alimentación restringido a 8 horas tenían un 91% más de probabilidades de morir por enfermedad cardiovascular en comparación con las que comían en un lapso de 12 a 16 horas.
Es fundamental, en línea con la filosofía de «La Verdad, Sin Rodeos», señalar que este estudio es un preprint (no ha pasado la revisión por pares completa) y establece una asociación, no una causalidad directa. Expertos citados por The New York Times y otras fuentes plantean hipótesis para explicar esta conexión :
- Aumento de Hormonas del Estrés: El ayuno prolongado puede incrementar los niveles de cortisol y adrenalina, hormonas que, de forma crónica, pueden elevar el riesgo de problemas cardíacos.
- Menor Masa Muscular: Las personas que ayunan pueden tener menos masa muscular en comparación con quienes distribuyen su ingesta de proteínas a lo largo del día, y una menor masa muscular se ha relacionado con mayores riesgos cardiovasculares.
- Sesgo del Participante: Es posible que las personas que adoptan dietas restrictivas como el ayuno intermitente ya tengan problemas de salud subyacentes que los motiven a buscar soluciones drásticas, siendo estos problemas preexistentes la verdadera causa del aumento del riesgo.
Más Allá del Peso: El Lado Oscuro de las Dietas Extremas
El impacto de estas dietas no se limita al ámbito físico. La restricción severa, aunque sea de tiempo o de macronutrientes, puede tener consecuencias psicológicas. Estudios han alertado que prácticas como el ayuno intermitente pueden aumentar el riesgo de desarrollar o exacerbar trastornos de la conducta alimentaria (TCA), especialmente en poblaciones vulnerables y sin supervisión profesional.
Irónicamente, mientras la dieta Keto se investiga bajo estricta supervisión médica como un posible tratamiento complementario para enfermedades mentales graves como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, su aplicación sin guía en la población general puede abrir la puerta a una relación desordenada con la comida. Los efectos secundarios comunes del ayuno, como irritabilidad, dificultad de concentración, fatiga y dolores de cabeza, también pueden afectar la calidad de vida diaria.
Navegando la Nutrición con Ciencia, no con Modas
La evidencia emergente no busca demonizar por completo la dieta Keto o el ayuno intermitente, sino despojarlos de su aura de panacea universal. Los hallazgos subrayan una verdad fundamental de la nutrición: no existen soluciones mágicas. Las estrategias que fuerzan al cuerpo a estados metabólicos extremos pueden ofrecer resultados visibles a corto plazo, pero su sostenibilidad y seguridad a largo plazo deben ser cuestionadas a la luz de la ciencia.
La recomendación de los expertos es unánime: antes de adoptar cualquier régimen alimenticio restrictivo, es imperativo consultar con un profesional de la salud. Un médico o un dietista-nutricionista puede evaluar el estado de salud individual, identificar posibles riesgos y ofrecer una guía personalizada que priorice el bienestar integral por encima de las modas pasajeras.


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