Una epidemia silenciosa que avanza sin freno
En las últimas décadas, el aumento global de la obesidad ha alcanzado niveles alarmantes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975 la obesidad se ha casi triplicado en todo el planeta. Si bien las causas pueden parecer múltiples y complejas, diversos estudios recientes coinciden en que el principal detonante ha sido el acceso masivo a productos industriales, en especial los alimentos ultraprocesados que hoy dominan los anaqueles de supermercados y tiendas.
Este fenómeno no distingue entre países desarrollados o en desarrollo. La industrialización del sistema alimentario, con productos más baratos, altamente calóricos y pobres en nutrientes, ha transformado de manera radical las dietas tradicionales. Y con ello, ha desatado una crisis de salud pública que ya afecta a millones de personas de todas las edades.
¿Qué son los productos ultraprocesados y por qué engordan?
Los productos ultraprocesados son alimentos que han sido elaborados industrialmente a partir de ingredientes refinados, aditivos y conservadores, muchas veces sin presencia directa de alimentos frescos. Ejemplos comunes incluyen refrescos, papas fritas de paquete, cereales azucarados, embutidos, snacks, dulces, panes industriales y comidas listas para calentar.
Estos productos son atractivos por su bajo costo, larga duración y sabor adictivo, pero representan una bomba calórica con escaso valor nutricional. Diversos estudios han demostrado que el consumo habitual de este tipo de alimentos está asociado con:
- Mayor riesgo de obesidad y sobrepeso
- Aumento en enfermedades metabólicas, como diabetes tipo 2
- Problemas cardiovasculares y presión arterial alta
- Trastornos digestivos y pérdida de microbiota intestinal
Lo preocupante es que en muchos países, más del 50% de las calorías diarias provienen de este tipo de productos, especialmente en zonas urbanas y sectores de bajos ingresos donde se han vuelto la opción más asequible.
¿Por qué creció tanto su presencia en nuestras vidas?
La expansión global de la industria alimentaria, con cadenas de distribución masiva y una fuerte inversión en publicidad, ha hecho que comer alimentos ultraprocesados sea más fácil y barato que preparar comida fresca. Factores como:
- Urbanización acelerada
- Falta de tiempo para cocinar
- Cambios en los patrones laborales
- Desigualdad social y económica
- Estrategias agresivas de marketing
han contribuido a que el consumo de estos productos se normalice en la vida diaria. De hecho, muchas personas los perciben como parte inevitable de su dieta, sin conocer sus efectos a largo plazo.
Además, hay que sumar que estos productos suelen estar altamente subsidiados o libres de regulaciones estrictas, lo que facilita su disponibilidad incluso en zonas rurales o países de ingresos medios.
La obesidad ya no es un problema individual
Durante años se responsabilizó al individuo por el aumento de peso, señalando la falta de ejercicio o la mala alimentación personal. Sin embargo, organismos internacionales como la OMS y expertos en salud pública coinciden en que se trata de un problema estructural. Es decir, no basta con recomendar una mejor dieta o salir a correr.
La obesidad está profundamente ligada a cómo se produce, distribuye y consume la comida. Es el entorno el que promueve decisiones no saludables, desde el precio de una bebida azucarada hasta la falta de acceso a frutas o verduras frescas en barrios pobres.
Por eso, se requiere un enfoque integral que contemple políticas públicas, como:
- Etiquetado claro de alimentos con alto contenido calórico o de azúcares
- Impuestos a bebidas azucaradas
- Regulación de la publicidad dirigida a niños
- Incentivos a la producción y distribución de alimentos frescos
- Educación alimentaria desde las escuelas
¿Cómo combatir esta tendencia desde lo personal?
Aunque el cambio estructural debe venir desde arriba, también es posible tomar decisiones informadas a nivel individual y familiar. Algunas recomendaciones clave incluyen:
- Leer etiquetas y evitar productos con muchos ingredientes artificiales
- Cocinar en casa con alimentos naturales
- Reducir el consumo de bebidas azucaradas y comida rápida
- Priorizar frutas, verduras, legumbres y granos enteros
- Evitar compras impulsivas guiadas por la publicidad
También es fundamental recuperar el valor cultural de la alimentación, promoviendo las dietas tradicionales, el tiempo de comida en familia y la conexión con los alimentos de temporada.
Una transformación necesaria del sistema alimentario
El acceso masivo a productos industriales y ultraprocesados ha sido uno de los motores principales de la actual epidemia de obesidad global. Combatirla no depende solo de las personas, sino de un rediseño profundo del entorno alimentario. De lo contrario, millones seguirán atrapados en un sistema que promueve el sobrepeso desde el supermercado hasta la mesa.


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