Para millones de personas en todo el mundo, el dolor crónico no es solo una molestia: es una sombra constante que afecta cada aspecto de la vida. Medicamentos, fisioterapia, incluso cirugías… y aun así, el alivio es parcial. Pero, ¿y si la solución no estuviera en una pastilla, sino en algo tan cotidiano como dormir bien?
Esta es la pregunta que un equipo de científicos de la Universidad de Aalborg, en Dinamarca, decidió explorar, y sus hallazgos podrían cambiar la manera en que abordamos el dolor persistente.
El experimento que cambió la perspectiva
En un laboratorio del norte de Europa, 59 voluntarios sanos de entre 18 y 45 años pasaron tres noches bajo vigilancia. Dos de esas noches, fueron despertados tres veces para realizar pequeñas tareas, interrumpiendo así su descanso.
Antes y después de cada noche, los investigadores evaluaron su sensibilidad al dolor. Los resultados fueron claros: incluso pequeñas interrupciones nocturnas aumentaban la percepción de dolor.
Un hallazgo con matices de género
Lo más sorprendente fue descubrir que el efecto del sueño fragmentado era especialmente notable en mujeres. Tras noches interrumpidas, presentaron una mayor sensibilidad en ciertas pruebas, particularmente en la alodinia mecánica.
Esto no significa que los hombres no se vean afectados, pero sí que en determinados tipos de dolor, las mujeres podrían experimentar un impacto mayor por la falta de sueño reparador.
Más allá del laboratorio: dolor crónico y descanso
El doctor Juan Pablo Nuñez, ex presidente de la Asociación Argentina para el Estudio del Dolor, explicó que las personas con dolor crónico suelen tener problemas para dormir bien. “Esa combinación agrava el dolor, provoca irritabilidad y disminuye la calidad de vida”, comentó.
Este estudio aporta evidencia científica sólida a algo que los médicos intuían: mejorar la calidad del sueño puede reducir la intensidad del dolor.
Una oportunidad para nuevas terapias
Los tratamientos convencionales para el dolor crónico suelen tener una efectividad limitada, y muchos pacientes terminan recurriendo a fármacos más potentes con efectos secundarios importantes. Optimizar el sueño podría convertirse en una estrategia complementaria, especialmente para quienes no responden bien a otros métodos.
El equipo danés planea extender la investigación a pacientes con dolor crónico, para comprobar si estos efectos se mantienen en la vida real y no solo en condiciones de laboratorio.
El mensaje clave: dormir es medicina
Más allá de la cafeína, las alarmas tempranas y las noches de insomnio frente a una pantalla, el cuerpo necesita descanso para reparar tejidos, regular hormonas y procesar emociones.
En el caso del dolor crónico, cada hora de sueño ininterrumpido podría ser tan valiosa como una dosis de analgésico… sin los efectos secundarios.
Este estudio no promete una cura universal, pero sí ofrece una pista poderosa: cuidar el descanso podría ser una pieza clave en el rompecabezas del tratamiento del dolor crónico, especialmente para las mujeres.


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