El error más común es pensar que entrenar compensa lo que comes. Aunque una sesión de ejercicio puede quemar entre 300 y 600 calorías, un par de rebanadas de pizza o una bebida azucarada pueden aportar lo mismo o más. Sin déficit calórico, perder peso será difícil.
Otro factor es la sobreestimación del gasto calórico. Muchas aplicaciones y relojes inteligentes calculan más calorías de las que realmente se queman, lo que puede llevar a comer de más sin darte cuenta.
Factores corporales y hábitos que frenan la pérdida de peso
El cuerpo se adapta: repetir siempre el mismo entrenamiento reduce la quema de energía. Variar intensidad, tipo de ejercicio y combinar cardio con fuerza es clave.
Además, la ganancia de masa muscular puede ocultar la pérdida de grasa en la báscula, aunque tu cuerpo se vea más tonificado y tu metabolismo mejore.
El estrés y la falta de sueño elevan el cortisol, promoviendo acumulación de grasa, especialmente en el abdomen, mientras que problemas hormonales como hipotiroidismo o resistencia a la insulina también pueden dificultar la pérdida de peso.
Por eso, lograr resultados visibles requiere un enfoque integral: ejercicio, alimentación balanceada, descanso adecuado y manejo del estrés.


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