México: entre la narrativa del dolor y la lucha por la justicia
En un país donde la violencia y la impunidad son parte de la vida diaria, el dolor de las víctimas se ha convertido en una narrativa que pocos comprenden y muchos utilizan. Ejemplo de ello es la controversia que rodea a la película “Emilia Pérez”, un filme francés que ha provocado indignación por su superficialidad al abordar temas profundamente dolorosos para los mexicanos.
La tragedia mexicana como espectáculo cinematográfico
El cine no es ajeno a las tragedias mexicanas. Desde el narcotráfico hasta los feminicidios, la pantalla grande ha transformado el sufrimiento de las víctimas en relatos que, aunque cautivadores, a menudo carecen de profundidad y respeto.
“Emilia Pérez” no es la excepción. Más allá de su producción y elenco internacional, el filme reduce experiencias complejas —como ser una mujer trans en México— a clichés dañinos. Ignora el contexto real de la violencia estructural, la discriminación y las luchas de las comunidades trans, quienes enfrentan un sistema que las margina y vulnera.
Narrativas que deshumanizan: el caso de las mujeres trans
El filme perpetúa la idea errónea de que la identidad de género se limita a procedimientos quirúrgicos. En un país donde las mujeres trans son víctimas de transfeminicidios, exclusión y falta de acceso a derechos básicos, esta representación no solo es insensible, sino peligrosa.
Según datos de la Asociación Nacional de Transgénero, México ocupa uno de los primeros lugares en crímenes de odio contra personas trans. Reducir sus historias a un cliché banal invisibiliza sus luchas y perpetúa la ignorancia sobre sus realidades.
El problema más grande: la banalización del dolor mexicano
No es la primera vez que las tragedias mexicanas se convierten en narrativas para la industria cultural internacional. Desde el narcotráfico hasta la violencia de género, el sufrimiento se transforma en un espectáculo que cosecha premios, pero rara vez genera conciencia o reparación.
En un país donde el 99% de los delitos quedan impunes, esta narrativa es una doble injusticia para las víctimas: sus historias son explotadas sin ofrecer justicia, memoria o soluciones reales.
¿Qué estamos haciendo como sociedad?
El problema no es solo del cine, sino de cómo México enfrenta su propia realidad. Mientras las historias de las víctimas sean vistas como material para cine de autor, se seguirán perpetuando los mismos patrones de abandono y deshumanización.
Propuestas para un cambio real:
- Fomentar narrativas responsables: Exigir representaciones más fieles y respetuosas en el cine y los medios.
- Impulsar políticas de reparación: Garantizar que las víctimas tengan acceso a justicia y memoria.
- Educación sobre derechos humanos: Combatir la discriminación y la ignorancia desde las aulas.
- Visibilizar las voces de las víctimas: Incorporar sus testimonios en las narrativas públicas para construir empatía y conciencia social.
Justicia, no espectáculo
El dolor de las víctimas mexicanas no es un tema para alfombras rojas ni trofeos. Es una deuda pendiente que exige justicia, reparación y respeto.
México no puede permitirse seguir siendo un país donde las tragedias se convierten en entretenimiento para unos pocos, mientras millones de personas viven el abandono y la impunidad. Es hora de cambiar la narrativa, no solo en el cine, sino en la realidad.
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