martes, diciembre 23, 2025

Día de Muertos: ¿por qué los alimentos de las ofrendas se quedan sin sabor?

El Día de Muertos es una de las tradiciones más emblemáticas de México, una celebración que honra a los difuntos y les ofrece un cálido recibimiento. Durante esta fecha, las familias preparan ofrendas repletas de comida, bebidas y objetos que supuestamente ayudarán a las almas a encontrar su camino de regreso a casa. Sin embargo, una creencia intrigante gira en torno a los alimentos colocados en los altares: ¿por qué la comida pierde sabor después de ser ofrendada?

A través de una investigación profunda y un análisis cultural, exploramos cómo las creencias prehispánicas y las tradiciones católicas se entrelazan para dar forma a esta costumbre fascinante y misteriosa.

Las creencias Mesoamericanas y el espíritu de los difuntos

El Día de Muertos, aunque asociado con el catolicismo, tiene raíces profundas en las antiguas culturas de Mesoamérica. Los pueblos como los aztecas y los mayas creían que las almas de los difuntos no solo vivían en un plano espiritual, sino que regresaban al mundo de los vivos para reunirse con sus seres queridos. Este viaje, según la creencia, no sería posible sin la ayuda de alimentos y ofrendas dispuestas cuidadosamente en los altares familiares.

El propósito de los alimentos en las ofrendas

En el contexto de los mexicas y mayas, se pensaba que los muertos necesitaban comida para su travesía y su regreso al lugar donde alguna vez vivieron. Se colocaban pan de muerto, mole, barbacoa, calaveritas de azúcar y más, como símbolos de los bienes terrenales que los difuntos dejaban atrás. La flor de cempasúchil y el incienso guiaban a las almas hacia el altar, y los alimentos representaban la sustancia vital que las almas necesitaban en su viaje.

La pérdida del sabor: un fenómeno fascinante

La autora Catherine Good, en su libro El trabajo de los muertos en la Sierra de Guerrero, describe cómo los alimentos colocados en las ofrendas experimentan un fenómeno único: pierden su sabor después de la noche del Día de Muertos. Según Good, las ánimas se llevan el aroma y la vitalidad de los platillos, lo que explica por qué, al día siguiente, la comida no tiene el mismo gusto que el día anterior.

La visión popular sobre la pérdida de sabor

Muchos mexicanos comparten esta creencia. «Las ánimas se llevan el aroma arriba», dicen, como si los alimentos fueran una especie de guía espiritual para las almas. En este sentido, aunque los alimentos siguen siendo físicamente palpables, pierden lo que se considera su energía vital y su sabor característico, como si estuvieran “vacíos” de lo que alguna vez los hizo sabrosos.

¿Por qué no se le puede comer a los difuntos?

Es importante aclarar que, aunque los alimentos se ofrendan a los muertos, no se considera que las ánimas consuman la comida de forma literal. La falta de un cuerpo físico impide que los difuntos puedan comer de verdad. Sin embargo, la comida es vista como un gesto simbólico de hospitalidad y respeto. El acto de preparar los alimentos es una ofrenda emocional, no solo física.

¿Por qué la tradición perdura? La relevancia cultural de la comida en el Día de Muertos

El Día de Muertos no solo es un evento que se celebra con alimentos y rituales, sino también con recuerdos y sentimientos. A lo largo de los años, las ofrendas han evolucionado, pero la tradición de colocar comida en los altares sigue siendo un pilar central de la festividad. La comida, en este contexto, es tanto un recordatorio de lo que se ha perdido como una forma de mantener vivos los recuerdos de los seres queridos.

La influencia de la religión y la historia

El Día de Muertos es una celebración sin igual, pues logra fusionar dos tradiciones aparentemente opuestas: el catolicismo y las creencias indígenas. En este crisol de costumbres y creencias, los alimentos no solo sirven para nutrir, sino para marcar el vínculo eterno entre los vivos y los muertos.

La Mágica Simbología de la Ofrenda

Los alimentos en las ofrendas representan una conexión profunda entre el mundo terrenal y el espiritual. Las fotografías, las velas, el incienso y las flores son elementos que transforman un simple altar en un espacio sagrado. Es un lugar donde las almas pueden sentir el amor y el cariño de sus seres queridos, quienes no solo les ofrecen comida, sino también la esperanza de un reencuentro.

El Día de Muertos continúa siendo una de las celebraciones más profundas y significativas de la cultura mexicana. No es solo un recordatorio de aquellos que se han ido, sino una afirmación de que el amor y la memoria trascienden la muerte. Al colocar una ofrenda en honor a los difuntos, se honra no solo el espíritu de los fallecidos, sino también la riqueza cultural que hace que esta tradición siga viva.

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