Cuando perdemos a una figura cultural importante, como la actriz Marisa Paredes, no solo lamentamos su ausencia, sino que enfrentamos una realidad inevitable: el paso del tiempo. Para algunos, como mi amigo El Modernito, cada momento es una oportunidad de explorar lo nuevo. Para otros, como yo, el pasado y sus referentes son una brújula que nos ayuda a interpretar el presente.
El cine, un espejo del tiempo
Con la noticia del fallecimiento de Marisa Paredes, vino también un dato que golpeó mi sentido de la temporalidad: la película Tacones lejanos, que la lanzó al estrellato global, cumple 33 años. Este tipo de revelaciones nos obliga a cuestionar: ¿en qué momento las historias que consideramos actuales se convierten en recuerdos de otra era?
A mi amigo Modernito, los números le provocaron lo que él describió como un «shock doble». Primero, porque las películas que vimos en el cine ahora son parte del pasado distante. Segundo, porque mientras yo me refugiaba en el arte atemporal, él navegaba en la efervescencia de redes sociales, donde los aniversarios de películas y GIFs de Elmo en llamas definen la narrativa de la modernidad.
La política, una paradoja de tiempos y nombres
En medio de esta reflexión, surgió otro tema: la política. Mientras hojeaba un periódico digital –que, irónicamente, ya no es periódico en el sentido tradicional–, los titulares parecían arrastrar ecos de un pasado que no hemos dejado atrás.
- Conflictos de poder internos: Líderes de un mismo partido en disputa por el control, con la sombra de una presidencia que domina todo.
- Favoritismos familiares: La posibilidad de que un familiar del partido gobernante ocupe un cargo clave en la justicia.
Estos temas, aunque modernos en su coyuntura, me transportaron a los años 90, una década en la que estos patrones políticos parecían igualmente omnipresentes.
Hitler, Lenin y surrealismo político en Perú
El colmo llegó con un mensaje del Modernito: un tuit que anunciaba una contienda electoral en Perú donde los candidatos eran Hitler y Lenin. Sí, literalmente. Un político conservador bautizado como el dictador alemán enfrentaba a otro de izquierda que lleva el nombre del líder comunista.
Esta surrealista batalla electoral parecía un chiste del pasado que se filtró en el presente. Aunque risible, también nos recuerda cómo el peso de los nombres y las ideologías sigue marcando nuestras sociedades, a menudo de maneras inesperadas.
¿Dónde estamos parados? Entre nostalgia y modernidad
El dilema entre lo moderno y lo eterno no es una simple cuestión de gustos; es un reflejo de cómo interpretamos el mundo y nuestra posición en él. Mientras El Modernito busca constantemente lo nuevo, yo encuentro consuelo en los referentes atemporales. Pero al final, ambos estamos atrapados en un ciclo donde el pasado y el presente se entrelazan.
Ya sea recordando a Marisa Paredes o riéndonos de la absurda elección en Perú, el tiempo nos obliga a encontrar un equilibrio entre la nostalgia y la necesidad de adaptarnos.
Un viaje en el tiempo personal y colectivo
Ninguno de nosotros escapa al paso del tiempo. Mientras tratamos de aferrarnos a lo que consideramos eterno o navegamos lo efímero de la modernidad, el presente nos recuerda que siempre estamos construyendo memoria.
Ya sea evocando películas clásicas o enfrentándonos a titulares surrealistas, aprendemos que, aunque los tiempos cambien, las preguntas fundamentales sobre nuestra identidad y propósito permanecen.
¡Únete a nuestro canal de Telegram! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil.


TE PODRÍA INTERESAR