La migración de balseros cubanos hacia las costas de Quintana Roo se ha convertido en un fenómeno recurrente que refleja la desesperación de miles de personas por escapar de la crisis económica y social que atraviesa Cuba. El pasado 23 de diciembre, un grupo de 15 balseros, entre ellos dos mujeres, llegó a Playa Caracol, en Cancún. La Marina aseguró a los migrantes y los entregó al Instituto Nacional de Migración (INM) en Playa del Carmen, donde permanecen bajo custodia de las autoridades migratorias.
El caso generó gran atención debido a las fechas en las que ocurrió, justo en la víspera de Nochebuena, y a la incertidumbre sobre el futuro de los migrantes, cuya situación se resolverá a principios de 2025, una vez que los titulares de Migración retomen sus actividades regulares. Sin embargo, el INM ha mantenido hermetismo sobre los detalles del grupo.
Testigos presenciales informaron que la embarcación utilizada por los balseros fue abandonada en Punta Cancún. En su interior se encontraron latas de comida y ropa. Este tipo de travesías, aunque peligrosas, son cada vez más frecuentes, particularmente en estas fechas, cuando la vigilancia en las playas se incrementa. “La Marina lideró el operativo con recorridos constantes en la zona”, afirmó Dagoberto Canul, un policía municipal.
Canul también destacó el aumento de viajes clandestinos desde Cuba hacia Quintana Roo y sugirió que este caso podría estar vinculado a redes de tráfico de personas. “Es común que los coyotes abandonen a los migrantes tras el desembarco”, explicó.
En lo que va del año, al menos 117 migrantes irregulares han sido entregados a las autoridades en la región, aunque no se han reportado detenciones relacionadas con estas operaciones.
Un riesgo que están dispuestos a tomar
El fenómeno no es nuevo, pero ha tomado mayor relevancia debido a la crisis en Cuba, donde la escasez de alimentos, medicamentos y la represión política impulsan a miles de personas a buscar una vida mejor. Para muchos, México representa un punto clave de tránsito hacia los Estados Unidos, aunque la travesía por mar conlleva riesgos extremos, desde naufragios hasta enfrentamientos con traficantes.
Los cubanos que logran llegar a tierra firme suelen actuar con extrema cautela, según Canul. “No sabemos si es por temor o porque cumplen acuerdos con los traficantes”, comentó. Esta conducta, combinada con la falta de información sobre los responsables de las travesías, dificulta la labor de las autoridades para desmantelar las redes de tráfico.
A pesar de los riesgos, muchos cubanos ven en estas peligrosas rutas una única oportunidad para escapar de la pobreza y la incertidumbre que enfrentan en su país. Mientras tanto, el gobierno mexicano enfrenta el reto de atender esta situación humanitaria sin dejar de lado la seguridad en sus fronteras.


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