Este 8 de julio de 2025, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania acusó formalmente al ejército chino de apuntar con un láser a uno de sus aviones de reconocimiento. El incidente, ocurrido frente a las costas de Yemen, ha elevado drásticamente la tensión entre ambas potencias.
La ya tensa relación entre la Unión Europea y China ha escalado a un nuevo y peligroso nivel. Lo que hasta ahora era un conflicto predominantemente económico, librado en los despachos y mercados, ha adquirido una dimensión militar en las aguas estratégicas del Mar Rojo. El gobierno alemán confirmó que un buque de guerra chino apuntó deliberadamente con un láser a un avión de reconocimiento de su fuerza aérea, un acto que Berlín ha calificado de «totalmente inaceptable» y que ha provocado una respuesta diplomática inmediata y contundente: la convocatoria del embajador chino.
Una misión de seguridad bajo amenaza directa
El avión alemán no se encontraba en una misión de espionaje solitaria; formaba parte de la Operación ASPIDES de la Unión Europea. Esta es una misión naval defensiva de gran importancia, diseñada para proteger la libertad de navegación y la seguridad de los buques mercantes internacionales que transitan por el Mar Rojo, el Océano Índico y el Golfo, zonas amenazadas por los constantes ataques de los hutíes.
Alemania participa en esta operación con un contingente de hasta 700 efectivos, junto a otras naciones clave de la UE como Francia, Italia, Grecia y Suecia. El ataque con láser no solo puso en peligro a la tripulación alemana, sino que también representa una interrupción directa y una amenaza para una operación multinacional que busca estabilizar una de las rutas comerciales más importantes del mundo.
Los detalles de la confrontación en Alta Mar
Según los informes de medios alemanes como Der Spiegel y Taggeschau, el incidente se produjo cuando el avión de reconocimiento alemán se aproximaba a una fragata china. Fue en ese momento cuando un buque de guerra chino, que se cree forma parte de la 47ª fuerza naval de escolta de Pekín desplegada en la zona, dirigió el haz de láser contra la aeronave.
El uso de láseres contra aeronaves es una táctica de hostigamiento militar reconocida. Su objetivo es deslumbrar a los pilotos y dañar los sensores ópticos del avión, pudiendo causar ceguera temporal o permanente y, en el peor de los casos, la pérdida de control del aparato. Las autoridades alemanas han comunicado que una investigación para determinar los posibles daños al avión y a sus sistemas está actualmente en curso.
La presencia china en la región no es nueva. El Ministerio de Defensa de China anunció el 10 de junio el despliegue de su fuerza naval, que incluye al destructor de misiles guiados Baotou, para realizar ejercicios en el Golfo de Adén. Sin embargo, este es el primer incidente reportado de una agresión directa de este tipo contra un activo militar de la UE en la zona.
«Poner en peligro al personal alemán e interrumpir la operación es totalmente inaceptable. El embajador chino fue convocado hoy al Ministerio de Asuntos Exteriores». – Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, vía X.
De la Guerra Comercial a la provocación militar
Este acto de agresión no puede analizarse de forma aislada. Ocurre en un momento de máxima tensión económica entre Bruselas y Pekín. Apenas unos días antes, China impuso una prohibición a las empresas europeas para que no participaran en licitaciones públicas de equipos médicos por valor de más de 6.3 millones de dólares. Esta fue una represalia directa a una medida similar de la UE, que había restringido a las empresas chinas el acceso a su mercado de dispositivos médicos por considerar que Pekín aplicaba prácticas «excluyentes y discriminatorias».
La escalada se extiende a otros sectores, como los aranceles al brandy europeo y las disputas sobre los vehículos eléctricos. Lo que este incidente con láser demuestra es un cambio cualitativo en la estrategia china: Pekín parece dispuesto a pasar de las represalias económicas a las provocaciones militares en la «zona gris». Es una prueba calculada de la determinación de la UE y la OTAN, que expande el campo de batalla de la competencia global a teatros de operaciones activos, complicando enormemente el cálculo de riesgos para las misiones occidentales.
La contundente respuesta de Alemania, al convocar al embajador, subraya la gravedad con la que se ha tomado este incidente. No se considera la acción de un capitán de navío exaltado, sino un acto deliberado que emana de la cúpula del poder en Pekín. El mundo observa ahora cuál será el siguiente movimiento en este peligroso tablero.


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