Durante más de una década, la orden de captura contra Nemesio Oseguera Cervantes, conocido como El Mencho, permaneció activa en los archivos judiciales sin ser ejecutada. Hoy, tras años de silencio, un juez federal determinó que el tiempo legal para llevar a cabo su detención expiró. Con esa decisión, una de las órdenes más relevantes en la historia reciente del combate al narcotráfico en México quedó sin efecto.
La resolución no significa absolución ni inocencia, pero sí marca un punto de inflexión en la relación entre las instituciones de justicia y las estructuras criminales que desafían al Estado.
Una década de espera que terminó en prescripción
El caso se originó en 2012, cuando una familia fue secuestrada y despojada de sus tierras en Zapopan, Jalisco. La investigación vinculó el crimen con integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, organización que en ese entonces consolidaba su poder bajo el mando de Oseguera Cervantes.
La orden judicial se libró ese mismo año, pero nunca se ejecutó. Entre operativos fallidos, filtraciones y movimientos estratégicos, el líder criminal logró mantenerse fuera del alcance de las autoridades. Trece años después, los plazos legales se agotaron, y el expediente fue cerrado por prescripción.
El vacío de la justicia: víctimas sin respuesta
Para las víctimas, la decisión judicial representa un nuevo golpe. Tras sobrevivir al secuestro y denunciar los hechos, su causa terminó disuelta en los márgenes de la burocracia penal. Sin sentencia, sin responsables y sin reparación, el caso se convirtió en otro expediente donde la ley llega tarde o no llega.
En el fondo, este episodio revela una falla estructural: la incapacidad del sistema judicial para ejecutar órdenes de alto impacto antes de que pierdan validez. Cuando los tiempos procesales superan la capacidad de acción del Estado, la justicia deja de ser castigo y se convierte en formalidad.
El capo que nunca fue capturado
Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, se consolidó como el máximo líder del CJNG, una organización que extendió su influencia a casi todo el país y a mercados ilícitos en Estados Unidos, Asia y Europa.
Su figura se ha mantenido envuelta en secreto. Las pocas veces que su paradero ha estado cerca de ser revelado, operativos de alto nivel se frustraron por filtraciones o decisiones políticas. Pese a su larga lista de acusaciones, nunca ha sido detenido.
Hoy, su imagen reaparece, no por una captura, sino por una resolución judicial que evidencia la fragilidad del sistema legal ante los límites del tiempo y el poder del crimen.
El CJNG, una maquinaria que no se detiene
El Cártel Jalisco Nueva Generación no solo sobrevive, sino que continúa expandiendo sus operaciones en distintas regiones de México. Su modelo de control territorial, sustentado en violencia y economía ilícita, ha hecho del grupo una estructura tan flexible como letal.
Analistas en seguridad advierten que la permanencia de su líder en libertad sigue fortaleciendo los cimientos del grupo. Aunque el CJNG ha sufrido capturas y fracturas internas, la figura de El Mencho mantiene una influencia simbólica y operativa que ningún otro capo mexicano posee actualmente.
Prescripción: un síntoma de impunidad institucional
Más allá del nombre del capo o del expediente judicial, la prescripción de una orden de aprehensión de este calibre deja una pregunta abierta:
¿Puede el sistema judicial mexicano sostener su credibilidad cuando los plazos vencen antes que la justicia?
El caso muestra que la legalidad, sin ejecución, es apenas un recurso técnico. Mientras los líderes criminales operan con logística transnacional, el Estado enfrenta obstáculos burocráticos que, con el paso del tiempo, diluyen los procesos y debilitan la confianza ciudadana.
El futuro del caso y la batalla legal pendiente
La Fiscalía General de la República anunció una impugnación para revertir la resolución. Sin embargo, el margen es estrecho. Si el tribunal superior confirma la prescripción, el expediente quedará cerrado de manera definitiva, sellando uno de los episodios más frustrantes en la persecución del crimen organizado en México.
Aun así, “El Mencho” sigue siendo uno de los objetivos prioritarios del país y de Estados Unidos, que mantiene activa una recompensa millonaria por su captura. El expediente se apaga, pero la cacería continúa.
La historia reciente de México demuestra que los plazos de la justicia no siempre coinciden con los tiempos del crimen. La prescripción de la orden de captura contra El Mencho no solo libera un proceso judicial, sino que reabre una herida institucional: la distancia entre el poder de la ley y la capacidad del Estado para aplicarla.
Mientras tanto, el CJNG sigue en movimiento, las víctimas siguen esperando justicia, y el país vuelve a preguntarse cuánto puede resistir su sistema antes de colapsar ante su propio reloj.


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