Con menos de 100 días de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, las tensiones en el partido Morena han salido a la luz, revelando divisiones internas y luchas por el poder que han dado lugar a un juego político donde la “unidad” parece más una aspiración que una realidad. El más reciente movimiento viene de Alfonso Ramírez Cuéllar, diputado y aliado cercano de Sheinbaum, quien ha anunciado la creación de una nueva corriente llamada “Construyendo el segundo piso de la cuarta transformación”, un esfuerzo que busca asegurar el control de Morena en manos de Sheinbaum y, al mismo tiempo, abrir una ruta para crear un nuevo partido en caso de que las divisiones internas se intensifiquen.
Ramírez Cuéllar, quien fue líder de El Barzón y tiene un historial de militancia en la izquierda mexicana, señaló que el propósito de esta corriente es ampliar el respaldo a la presidenta desde la sociedad civil y afianzar los programas sociales en las comunidades que apoyaron a Sheinbaum, alejándose de los conflictos internos de Morena. Aunque aseguró que “no hay división en el movimiento”, sus palabras sugieren una estrategia para mantener el control y, si es necesario, ofrecer una válvula de escape ante posibles enfrentamientos dentro de Morena.
Las “tribus” en Morena: divisiones y disputas por el poder
La estructura de Morena está lejos de ser monolítica. Las llamadas “tribus morenistas” han estado en una constante pugna para acceder a posiciones de influencia y desplazar a figuras consideradas menos leales o alineadas con López Obrador. Estas divisiones no solo han afectado el trabajo en el Senado, sino que también han generado conflictos en el gabinete, donde colaboradores cercanos a Sheinbaum, como Omar García Harfuch y Luz Elena González, enfrentan desafíos y críticas que, según se dice, provienen de los sectores más radicales de Morena.
El reciente enfrentamiento en la elección de Rosario Piedra como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) es solo un ejemplo de cómo los desacuerdos dentro de Morena han repercutido en decisiones estratégicas y visibilizan las divisiones entre los “morenistas puros” alineados con López Obrador y los leales a Sheinbaum.
“Construyendo el segundo piso”: el movimiento de Ramírez Cuéllar
Con su nueva corriente, Ramírez Cuéllar busca construir un bloque de apoyo sólido y leal a Sheinbaum, dejando abierta la posibilidad de formar un nuevo partido si las tensiones en Morena escalan. Este movimiento está destinado a “dar seguimiento a las promesas de campaña de la presidenta” y llevar sus programas de Bienestar a las comunidades que la respaldaron en la campaña, subrayando que “se trata de un apoyo social y político a los programas de la jefa del Ejecutivo”.
Iniciando en el Estado de México y con planes de extenderse por todo el país, Ramírez Cuéllar pretende fortalecer una estructura paralela dentro de Morena que, en caso de ser necesario, pueda separarse y constituir un partido alineado a la 4T de Sheinbaum. Según analistas, esto podría significar que Ramírez Cuéllar esté explorando la opción de sentar las bases para una eventual escisión en caso de que el conflicto interno de Morena se intensifique.
El trasfondo de la nueva corriente: lealtades y estrategias en la 4T
Detrás de esta iniciativa está la preocupación de Sheinbaum de que el poder de Morena no se diluya en luchas intestinas que pongan en riesgo sus planes de gobierno. Ramírez Cuéllar parece actuar con la “autorización de las alturas”, consolidando una corriente afín a la presidenta para garantizar que su proyecto continúe sin las distracciones o conflictos que surgen de los diversos intereses de las “tribus” de Morena.
Por su parte, los integrantes de estas tribus, quienes han sido descritos como “los emisarios del pasado” por algunos de sus opositores dentro del partido, no están dispuestos a soltar sus posiciones. Esta resistencia genera una fricción constante que se refleja en declaraciones y acciones políticas que buscan proteger sus cotos de poder, a menudo desafiando las directrices del gobierno de Sheinbaum.
¿Qué significa el movimiento para el futuro de Morena?
Con esta estrategia, Alfonso Ramírez Cuéllar envía un mensaje claro: la estabilidad de la 4T depende de una base de apoyo unida y comprometida con Sheinbaum. Al construir el “segundo piso” de la 4T, Ramírez Cuéllar busca no solo fortalecer el liderazgo de la presidenta, sino también dejar abierta la puerta para una posible separación si las divisiones internas alcanzan un punto crítico.
Este movimiento también sugiere que Sheinbaum y sus aliados consideran la opción de un nuevo partido como una posibilidad real, algo que podría redibujar el mapa político de México y ofrecer una alternativa a aquellos que han perdido la fe en el rumbo de Morena.
Mientras tanto, las tensiones en Morena continúan, y la creación de esta corriente política indica que la presidenta Sheinbaum y sus aliados no están dispuestos a perder el control de su proyecto. Si bien Ramírez Cuéllar insiste en que el movimiento no representa una “división” en Morena, el tiempo y la evolución de estas disputas determinarán si esta nueva estructura se convierte en la semilla de una escisión.
¡Únete a nuestro canal en WhatsApp! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil.


TE PODRÍA INTERESAR