La reciente disputa en Morena sobre la reelección de Rosario Piedra como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) marcó un punto de inflexión en la cohesión interna del partido. Por primera vez desde su surgimiento, se fracturó el apoyo de la bancada de Morena en el Senado, exponiendo divisiones profundas entre las lealtades de la presidenta Claudia Sheinbaum y las del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
La reelección de Piedra: figura controvertida desde su nombramiento
La reelección de Piedra, figura controvertida desde su nombramiento, ha provocado una ola de críticas y una disputa interna que tensó la estructura del partido. Aunque Sheinbaum prefería apoyar a Nashieli Ramírez, con quien trabajó en la CDMX y quien cuenta con una destacada trayectoria en derechos humanos, la influencia de López Obrador resultó determinante, movilizando a los líderes morenistas en el Senado para imponer su elección.
La presión del expresidente sobre el Senado
La imposición de Piedra fue, desde el principio, una “decisión de Estado”, aunque en realidad reflejaba la voluntad personal de López Obrador. Desde Palenque, el expresidente dio instrucciones a su exsecretario particular, Alejandro Esquer, para asegurar el apoyo a Piedra, pese a su baja calificación en el proceso de selección y los cuestionamientos sobre su desempeño. La coordinación de esta operación recayó en Adán Augusto López y Esquer, quienes trabajaron para revertir el consenso inicial que excluía a Piedra de la terna final.
Rosario Piedra: ¿una defensora o una aliada política?
Desde su nombramiento, Rosario Piedra ha sido vista como una aliada del proyecto de López Obrador en la CNDH, lo que ha minado su credibilidad entre sectores de la sociedad civil. Las críticas a su gestión señalan que, en lugar de ser un contrapeso de poder, la CNDH se ha plegado al ejecutivo. Humberto Guerrero, representante de la organización civil Fundar, ha denunciado que la CNDH, bajo la dirección de Piedra, ha claudicado en su mandato, desprotegiendo a grupos vulnerables como activistas y periodistas. También ha guardado silencio frente a decisiones tan críticas como la transferencia de la Guardia Nacional al Ejército, que generó preocupación sobre violaciones a los derechos humanos.
El desgaste institucional ha afectado la imagen de la CNDH, y, en opinión de sus críticos, la institución se ha distanciado de su misión de defensa de los derechos humanos en el país.
La respuesta de Claudia Sheinbaum: un cambio en la lealtad de Morena
Ante el deterioro de la CNDH y la controversia en torno a Rosario Piedra, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, buscó impulsar a Nashieli Ramírez para liderar la Comisión. Ramírez cuenta con una trayectoria en derechos humanos y era la opción de la presidenta para renovar la institución. Sin embargo, la preferencia de López Obrador por Piedra impuso una lealtad superior, y la bancada morenista en el Senado se alineó con la decisión del expresidente, causando tensiones visibles.
En el Senado, líderes como Javier Corral, presidente de la Comisión de Justicia, argumentaron que el dictamen aprobado para incluir a Piedra en la terna no respondía a méritos, sino a un “consenso político”. Además, la sesión fue prolongada por maniobras para generar una votación con el menor número posible de votos en contra.
¿Hasta dónde llegará la lealtad de Morena hacia el expresidente?
La votación en el Senado también fue una prueba para la base de Morena, y quedó claro que dos tercios de los 65 senadores del partido estaban en desacuerdo con la reelección de Piedra. Aunque el consenso se logró, el proceso evidenció una fractura interna que resulta preocupante para la administración de Sheinbaum, quien debe enfrentarse a la creciente influencia de López Obrador en decisiones estratégicas.
La división generada por la reelección de Rosario Piedra podría traer consigo consecuencias políticas. La falta de cohesión interna y las fricciones en el Senado representan un reto para Morena, que se enfrentará a una fase en la que las lealtades estarán cada vez más divididas entre la presidenta y el expresidente. La polarización también afecta la imagen del partido en un momento donde la unidad es clave para los próximos desafíos políticos y electorales.
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