El aroma del cempasúchil llenó los pasillos de Palacio Nacional. Entre velas, copal y cantos tradicionales, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo presentó la ofrenda de muertos dedicada este año a “nuestras ancestras”, mujeres indígenas que marcaron el rumbo del país con su sabiduría, trabajo y resistencia.
En un video difundido en redes sociales, la mandataria destacó que el Día de Muertos es una de las tradiciones más hermosas de México.
“Es una manera distinta de recordar a quienes amamos. Vienen a visitarnos, los consentimos y los llenamos de flores y alimento”, expresó, con la emoción de quien entiende que el recuerdo también puede ser una forma de vida.
Un tributo a las mujeres que sembraron vida
El altar, adornado con flores de cempasúchil, papel picado y ofrendas tradicionales, fue descrito por Sheinbaum como un homenaje a las mujeres que han sido el corazón del México profundo.
“Honramos a las que cuidaron la milpa, curaron con hierbas, contaron historias bajo la luna y defendieron su tierra y dignidad”, escribió en su publicación, acompañada de imágenes donde el fuego y el color se funden con el simbolismo ancestral.
Cada elemento de la ofrenda fue pensado para recordar a las mujeres indígenas que, generación tras generación, han mantenido vivas las raíces del país.
La flor del cempasúchil: símbolo de luz y memoria
Sheinbaum recordó que la flor de cempasúchil, emblema del Día de Muertos, es originaria de México y representa el camino que guía a las almas de regreso al mundo de los vivos.
“Cada pétalo marca el sendero de regreso para aquellas mujeres que sembraron vida en su paso por la tierra”, escribió la presidenta, resaltando el papel de la espiritualidad indígena en esta tradición.
La ofrenda, explicó, no es solo un gesto simbólico, sino una forma de reconectar con las raíces prehispánicas, donde la muerte no era un final, sino una transformación.
Una celebración con identidad y memoria
Más allá del homenaje, la presidenta subrayó que el Día de Muertos refleja una visión del mundo única: la continuidad entre la vida y la muerte.
“Es una visión completamente distinta que viene de los pueblos originarios”, dijo.
En su mensaje final, Sheinbaum recordó que las ancestras “siguen aquí, en la voz del viento, en el pulso de la tierra y en el eco de cada lengua materna”.Su ofrenda, entonces, se convierte en una declaración cultural y espiritual, donde la memoria de las mujeres indígenas se entrelaza con el presente de una nación que mira hacia su pasado para construir el futuro.
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