El impacto de las redes sociales en la política contemporánea trasciende fronteras. Desde el ascenso de líderes como Javier Milei en Argentina hasta la influencia de Elon Musk en decisiones clave en Estados Unidos, estas plataformas se han convertido en espacios de polarización, manipulación y, paradójicamente, también de resistencia ciudadana. La Cuarta Transformación (4T) en México no puede ignorar las lecciones que estos fenómenos dejan sobre los riesgos y oportunidades en el uso de las redes sociales como herramientas de poder político.
Redes sociales y polarización: el caso Milei y Longobardi
El despido del periodista argentino Marcelo Longobardi tras ser blanco de campañas de desprestigio en redes sociales es un ejemplo claro de cómo estas plataformas han transformado las dinámicas democráticas. Más allá de los argumentos sobre su audiencia o profesionalismo, el caso expone el papel de las redes como:
- Herramientas de censura y ataque político:
- Las acusaciones de ser un “periodista ensobrado” o “cucaracha” reflejan cómo las redes facilitan discursos de odio y polarización.
- Mecanismos de legitimación autoritaria:
- Los ataques orquestados desde cuentas afines al gobierno de Milei refuerzan un estilo de liderazgo que margina voces disidentes.
En este contexto, las redes no solo amplifican la violencia simbólica, sino que también actúan como espacios de censura para periodistas y ciudadanos críticos.
Algoritmos y manipulación: el poder tras las plataformas
Los algoritmos detrás de las redes sociales no son neutrales. Están diseñados para maximizar el engagement, lo que inevitablemente favorece contenidos polarizantes y extremos. El caso de Musk, utilizando X (antes Twitter) para influir en la política estadounidense, es un ejemplo de cómo estas plataformas se convierten en:
- Armas políticas: Musk no solo interfiere en debates sobre presupuesto, sino que también contribuye a movilizar apoyos para líderes afines como Trump.
- Herramientas de manipulación electoral: A través del microtargeting, los algoritmos permiten crear mensajes personalizados para persuadir a votantes específicos, debilitando el debate público inclusivo.
Para la 4T, esto plantea la necesidad de regular la influencia de las redes sociales y garantizar que no sean utilizadas como armas de manipulación política.
Totalitarismo de mercado: el control tras el escenario digital
Como lo advierte Franz Hinkelammert, el poder del mercado, manifestado en las grandes tecnológicas, amenaza con consumir los espacios democráticos. Las redes sociales, con sus algoritmos opacos y su capacidad para moldear narrativas, encarnan este totalitarismo de mercado al:
- Imponer agendas desde intereses privados: Empresas multinacionales, como las de Musk, priorizan sus ganancias sobre la deliberación democrática.
- Crear ecosistemas cerrados: Los usuarios son expuestos a burbujas informativas que refuerzan sesgos y limitan la diversidad de opiniones.
En este marco, la democracia corre el riesgo de convertirse en un espectáculo donde las decisiones políticas responden más a la lógica del mercado que a las necesidades ciudadanas.
Democracia digital: el otro lado de la moneda
A pesar de los riesgos, las redes sociales también han demostrado ser herramientas valiosas para la participación ciudadana. Movimientos como la Primavera Árabe, los Chalecos Amarillos en Francia o las acciones del EZLN en México han utilizado estos espacios para movilizar y visibilizar causas.
Para que la 4T aproveche este potencial sin caer en los riesgos, es necesario:
- Promover la alfabetización digital: Ciudadanos capacitados pueden discernir entre desinformación y contenido legítimo.
- Crear regulaciones claras: Limitar el poder de las grandes tecnológicas en la política sin sacrificar la libertad de expresión.
- Fomentar plataformas alternativas: Invertir en redes sociales públicas y descentralizadas que prioricen la transparencia y la equidad.
Reflexiones para la 4T: ética, regulación y resistencia
La Cuarta Transformación enfrenta un desafío ineludible: construir un modelo de gobernanza digital que integre el potencial de las redes sociales sin sucumbir a los riesgos que representan. Esto implica:
- Defender la convivencia democrática: Evitar que las redes sean usadas para fomentar la violencia simbólica y la censura de voces críticas.
- Regular el poder digital: Implementar políticas que controlen el impacto de los algoritmos en la polarización social.
- Fomentar el diálogo plural: Convertir las redes en espacios de deliberación auténtica, donde todas las voces sean escuchadas y respetadas.
Un nuevo modelo de democracia digital
El poder de las redes sociales es innegable. Pueden ser herramientas de exclusión y manipulación o instrumentos para fortalecer la democracia y la participación ciudadana. Para la 4T, el reto es claro: establecer un equilibrio entre regulación, inclusión y libertad, asegurando que estas plataformas sean aliadas de una transformación justa y duradera
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