El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, comenzó su gestión con un enfoque conciliador. Sin embargo, la relación se deterioró hacia el final de la administración de Andrés Manuel López Obrador, especialmente tras sus críticas a la reforma del Poder Judicial mexicano.
La tensión escaló cuando Salazar calificó de ineficiente la estrategia de «abrazos, no balazos» del expresidente. Según el embajador, esta política no solo falló en contener la violencia, sino que rechazó repetidas ofertas de ayuda por parte del gobierno estadounidense. Estas declaraciones culminaron en una nota diplomática de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), encabezada por Juan Ramón de la Fuente, mostrando su inconformidad.
Cambio de prioridades con la primera presidenta de México
Con la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum, la relación bilateral dio un giro. Ken Salazar fue canalizado a la SRE, dejando de ser un visitante frecuente en Palacio Nacional, lo que marcó un claro distanciamiento entre ambos gobiernos. Esta decisión reflejó una estrategia más institucional y menos personalizada, relegando al diplomático estadounidense y disminuyendo su influencia.
Respaldo de Biden y el contexto del adiós de Salazar
Antes de concluir su misión en México, Salazar reafirmó sus críticas, argumentando que la cooperación en seguridad entre ambas naciones quedó rezagada. El Departamento de Estado, liderado por Vedant Patel, respaldó sus declaraciones, subrayando la necesidad de fortalecer la cooperación bilateral.
No obstante, este respaldo debe entenderse como parte de la postura del gobierno saliente de Joe Biden. Con la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, las políticas hacia México podrían endurecerse, marcando una nueva era de tensión.
Trump y México: un panorama incierto
El retorno de Donald Trump a la presidencia de EE. UU. genera preocupación en México. Sus políticas migratorias radicales y la amenaza de imponer aranceles si no se frena el flujo migratorio en la frontera, auguran una relación complicada.
Aunque el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha buscado calmar los temores, especialistas señalan que la interdependencia económica entre ambos países será un factor clave. México es el principal socio comercial de Estados Unidos, seguido de Canadá y China, lo que podría moderar las políticas del nuevo gobierno.
¿Qué esperar de la relación México-EE. UU.?
1. Cooperación en seguridad
Aunque el embajador Salazar criticó los resultados de la estrategia mexicana, su sucesor enfrentará el reto de proponer un enfoque más colaborativo que beneficie a ambas naciones.
2. Economía y comercio
Con México como primer socio comercial de EE. UU., es improbable que Trump aplique medidas que afecten seriamente esta relación. Sin embargo, las tensiones migratorias podrían escalar.
3. Migración y frontera
El control migratorio seguirá siendo un punto crítico. México podría enfrentar mayor presión para reforzar sus políticas fronterizas a cambio de mantener acuerdos comerciales favorables.
Futuro de la relación bilateral: entre tensiones y colaboración
A medida que se aproxima el cambio en la Casa Blanca, la relación entre México y EE. UU. enfrenta un delicado equilibrio. Mientras las políticas de Trump prometen mayor presión, la interdependencia económica y la necesidad de cooperación en seguridad podrían ser factores para mitigar conflictos.
México, liderado por Claudia Sheinbaum, tendrá que encontrar un balance entre mantener la soberanía nacional y fortalecer la cooperación con su vecino del norte.
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