Dos movimientos, dos naciones, un fenómeno común
El movimiento “Make America Great Again” (MAGA) y la Cuarta Transformación (4T) parecen representar polos opuestos en el espectro político. Sin embargo, al analizar sus discursos y estrategias, emergen puntos de convergencia que desafían la narrativa convencional. Desde la retórica antiélite hasta el proteccionismo económico, ambos movimientos son respuesta al descontento social que permea en Estados Unidos y México.
Trump y Sheinbaum: Liderazgos carismáticos en tiempos de crisis
Una característica central de ambos movimientos es su dependencia de liderazgos fuertes y carismáticos. Donald Trump, con su estilo directo y confrontativo, y Claudia Sheinbaum, como continuadora del legado de Andrés Manuel López Obrador, encarnan figuras disruptivas que prometen un cambio frente a las instituciones tradicionales.
Ambos líderes han aprovechado el malestar social hacia las élites y las estructuras de poder, posicionándose como defensores de los intereses populares. Max Weber definía este tipo de liderazgo como carismático, capaz de movilizar masas bajo la promesa de un futuro mejor.
Nacionalismo económico: un punto de encuentro
Tanto MAGA como la 4T han impulsado estrategias de nacionalismo económico:
- En Estados Unidos: Trump defendió el eslogan “Buy American”, imponiendo aranceles para proteger la industria nacional y promoviendo la relocalización de empleos.
- En México: La 4T ha enfocado sus esfuerzos en la soberanía energética, fortaleciendo a Pemex y la CFE como símbolos del control nacional sobre recursos estratégicos.
Ambas políticas buscan limitar la influencia extranjera en sectores clave de la economía, apelando al orgullo nacional como motor de sus propuestas.
Narrativas antiélite: un “nosotros contra ellos”
La retórica antiélite es otro punto de coincidencia:
- Trump ha atacado a las élites liberales, medios de comunicación y organismos internacionales, acusándolos de ignorar a los estadounidenses de clase trabajadora.
- La 4T, por su parte, ha señalado a las élites empresariales y políticas que, según su narrativa, se beneficiaron del “neoliberalismo” en detrimento de las mayorías.
Este discurso “antiestablishment” resuena con amplios sectores de la población que se sienten marginados por el sistema. Sin embargo, también polariza profundamente a sus respectivas sociedades.
Polarización como estrategia: movilización y división
Ambos movimientos han utilizado la polarización como herramienta política:
- MAGA divide a la población entre los “patriotas” que apoyan a Trump y sus oponentes, catalogados como enemigos del pueblo.
- La 4T ha creado una narrativa de “pueblo bueno” contra “conservadores”, reduciendo la discusión política a un enfrentamiento entre dos bandos irreconciliables.
Esta estrategia ha fortalecido sus bases, pero también ha exacerbado las divisiones internas en ambos países.
Un acercamiento estratégico: México y los incendios en California
En medio de estas tensiones, México ha mostrado un enfoque estratégico para fortalecer su relación con Estados Unidos. La operación del PLAN DN-III-E para apoyar a California durante los incendios recientes es un ejemplo de diplomacia bien coordinada, que refuerza la imagen de cooperación entre ambos países. Las aeronaves militares mexicanas aterrizando en suelo estadounidense simbolizan la posibilidad de construir puentes a pesar de las diferencias ideológicas entre MAGA y la 4T.
Más coincidencias de las esperadas
Aunque MAGA y la 4T operan en contextos distintos y representan ideologías aparentemente opuestas, comparten estrategias y discursos que responden a dinámicas comunes en las democracias actuales. Desde su enfoque en el nacionalismo económico hasta su retórica antiélite, ambos movimientos reflejan cómo el descontento social puede moldear proyectos políticos que desafían al statu quo.
El reto para ambos será mantener su legitimidad y relevancia sin profundizar las fracturas sociales que sus estrategias han generado.
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