En los últimos meses, los operativos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se han multiplicado en distintas ciudades de Estados Unidos, generando preocupación en México. Entre el 6 de junio y el 5 de octubre, más de mil ochenta mexicanos fueron detenidos, según datos oficiales del Gobierno Federal.
El incremento de las redadas marca un punto crítico en las relaciones bilaterales. Lo que antes eran acciones focalizadas ahora se han convertido en despliegues sistemáticos que apuntan a comunidades enteras de trabajadores migrantes, sin distinción clara entre perfiles legales o indocumentados.
La respuesta del Gobierno mexicano
La presidenta Claudia Sheinbaum ha instruido a los consulados de México en Estados Unidos a fortalecer la atención y defensa de los connacionales detenidos. Cada caso se está siguiendo de manera individual: algunos migrantes ya fueron repatriados, mientras otros permanecen en centros de detención del ICE.
El objetivo principal del gobierno mexicano es garantizar que se respeten los derechos humanos, evitar tratos discriminatorios y frenar el discurso de criminalización hacia la población mexicana. En los próximos días, se prevé que la Secretaría de Relaciones Exteriores presente un informe especial sobre las condiciones en que se encuentran los detenidos.
Un llamado a replantear la política migratoria
Sheinbaum ha manifestado la necesidad de un nuevo esquema de atención migratoria entre México y Estados Unidos. Su visión apunta hacia un modelo más humanitario, enfocado en la cooperación bilateral y en el reconocimiento de los aportes económicos y sociales que realizan los trabajadores mexicanos en el país vecino.
El gobierno mexicano busca colocar el tema en el centro del diálogo diplomático, impulsando la creación de protocolos que eviten abusos, detenciones arbitrarias y la separación de familias. Esta estrategia se alinea con su visión de una política exterior basada en la dignidad, la justicia y la defensa de la soberanía.
Comunidades afectadas y rol consular
Los consulados mexicanos en ciudades clave como Los Ángeles, Chicago, Dallas y Houston trabajan a contrarreloj para ofrecer asesoría legal, acompañamiento psicológico y gestiones de repatriación. Además, se han fortalecido las líneas de emergencia y las brigadas móviles de atención consular.
Las familias en México, por su parte, enfrentan la incertidumbre de no saber el paradero de sus seres queridos. En muchos casos, las detenciones ocurrieron durante inspecciones laborales o revisiones rutinarias, generando temor en comunidades enteras que dependen del trabajo en EE. UU.
Un fenómeno en aumento
Desde principios de 2025, los operativos del ICE se han incrementado de forma constante. Las cifras reflejan una política migratoria más dura, impulsada por medidas que privilegian la detención y deportación sobre la regularización o el diálogo.
Los estados con mayor número de detenciones son Texas, Florida y California, zonas donde las autoridades locales han reforzado la cooperación con agentes federales. La tendencia apunta a que los próximos meses podrían registrar un aumento todavía mayor de arrestos, especialmente en comunidades hispanas.
México frente a un desafío humanitario
La crisis migratoria actual plantea un reto para la política exterior mexicana. El gobierno busca equilibrar la defensa de sus ciudadanos con el mantenimiento de relaciones diplomáticas estables. Al mismo tiempo, promueve la idea de que los migrantes no son una amenaza, sino un motor económico esencial para ambas naciones.
El discurso oficial ahora se centra en la dignidad, los derechos humanos y la corresponsabilidad regional, planteando que la migración no debe abordarse con redadas, sino con cooperación y desarrollo conjunto.


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