lunes, diciembre 22, 2025

El verdadero significado de ‘pueblo’ en democracia: ¿inclusión o exclusión?

Hablar de «pueblo» en la política no es solo una referencia romántica o poética. Es un término cargado de significados históricos, ideológicos y estratégicos. Pero, ¿qué es realmente el pueblo? ¿Es un todo incluyente o un conjunto homogéneo que excluye a las minorías? Este análisis nos lleva desde las bases de la democracia moderna hasta las tergiversaciones en regímenes autoritarios.

De Roma a Rousseau: El origen del pueblo como ente político

El término pueblo proviene del latín populus, usado en la Roma antigua para identificar a quienes tenían derechos sobre los bienes públicos (ager publicum). Sin embargo, su uso político contemporáneo se lo debemos a Juan Jacobo Rousseau, quien lo definió en El Contrato Social como el conjunto de ciudadanos que, unidos, ejercen la soberanía popular.

Para Rousseau, el pueblo no es simplemente una mayoría. Es un cuerpo político que incluye tanto a quienes toman decisiones como a aquellos que disienten. Esta visión pluralista es la base de la democracia: una estructura donde las mayorías gobiernan, pero las minorías no son excluidas ni perseguidas.

Schmitt y el pueblo homogéneo: La raíz del autoritarismo

En contraste con Rousseau, Carl Schmitt —teórico vinculado al nazismo— planteó una visión opuesta. Para él, el pueblo era un bloque homogéneo definido por su contraposición a un enemigo común, interno o externo. Esta perspectiva implica que quienes no comparten las ideas predominantes son “anti-pueblo” o enemigos políticos.

Esta concepción autoritaria abre la puerta a liderazgos autocráticos donde el líder se erige como intérprete absoluto de la voluntad del pueblo, excluyendo cualquier voz disidente. Es la base del populismo que, en nombre del pueblo, consolida el poder en una figura única.

Pueblo y democracia: Entre la inclusión y la exclusión

El desafío en las democracias contemporáneas radica en preservar el significado original de pueblo como un ente incluyente. Cada vez que un líder político afirma hablar “en nombre del pueblo”, surge la necesidad de cuestionar: ¿se refiere al todo o solo a una parte?

En las democracias, el pueblo incluye la diversidad: minorías, opositores y cualquier ciudadano, sin importar su ideología. Sin embargo, en los regímenes autoritarios, el pueblo suele reducirse a quienes apoyan al régimen, mientras que los disidentes son considerados enemigos a neutralizar.

Lecciones para defender la democracia

  1. El pueblo somos todos. La democracia es inclusiva por naturaleza. Cualquier discurso que reduzca el concepto a una mayoría o a los seguidores de un líder debe ser observado con cautela.
  2. Desconfía de quien monopoliza la voz del pueblo. Ningún individuo o grupo tiene el derecho exclusivo de hablar en nombre de toda la ciudadanía.
  3. Reconoce las minorías. La verdadera fortaleza de una democracia está en su capacidad para integrar y proteger las voces minoritarias.

Un concepto a defender

El término «pueblo» es tan poderoso como peligroso. Puede ser la base de una democracia inclusiva o el pretexto para justificar regímenes autoritarios. Defender su significado original no es solo un ejercicio académico, sino un acto de resistencia política frente a las narrativas que buscan dividir en lugar de unir.

La próxima vez que escuches a un político hablar en nombre del pueblo, pregúntate: ¿incluye a todos o solo a quienes están de acuerdo con él?

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