Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha comenzado su mandato con decisiones contrastantes en política exterior. Por un lado, su asistencia al G20 en Brasil marca un esfuerzo por consolidar la presencia de México en foros globales. Por otro, su ausencia en la Cumbre de la Alianza del Pacífico en Perú plantea preguntas sobre prioridades y alineamientos internacionales.
Con apenas seis semanas en el cargo, la mandataria busca equilibrar la herencia diplomática de Andrés Manuel López Obrador con un estilo propio que promete reactivar la imagen del país en el extranjero.
Ausencia en APEC: una sombra del pasado
México no participó plenamente en la Cumbre de la Alianza del Pacífico, lo que dejó la impresión de que el veto de AMLO hacia el gobierno peruano sigue vigente. Recordemos que López Obrador mantuvo una postura crítica frente a lo que calificó como un «golpe de Estado» contra Pedro Castillo en 2022, cuando el entonces presidente peruano intentó disolver el Congreso.
La izquierda regional y los dilemas ideológicos
Mientras tanto, la relación con Venezuela y Nicaragua sigue siendo un tema sensible. El silencio frente al fraude electoral de Nicolás Maduro contrasta con las críticas de figuras progresistas como Gabriel Boric, Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva, quienes han marcado distancia de los regímenes de Maduro y Ortega.
Presencia en el G20: un paso estratégico
En contraste, la participación de Sheinbaum en el G20 envía un mensaje positivo. Este foro reúne a las economías más importantes del mundo y ofrece la oportunidad de dialogar con líderes como Joe Biden, Xi Jinping y Emmanuel Macron, quienes también asistieron a la cumbre.
La decisión refuerza la necesidad de México de reinsertarse en el escenario global, especialmente frente a temas como el cambio climático, la transición energética y el comercio internacional.
¿Un posible encuentro con Donald Trump?
Uno de los desafíos más importantes para Sheinbaum será manejar la relación con el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien retomará el cargo en enero de 2025.
El historial de Trump incluye políticas como la construcción del muro fronterizo y tensiones sobre comercio y migración, lo que dificulta prever una relación fluida. Sin embargo, encuentros previos entre mandatarios mexicanos y presidentes electos de Estados Unidos han demostrado que el diálogo es posible.
¿Qué significa esto para la política exterior de México?
Un nuevo estilo diplomático:
Si bien no parece haber un cambio radical en las prioridades, el estilo de Sheinbaum sí representa una diferencia. Su participación en el G20 y posibles reuniones con figuras clave reflejan una mayor disposición al diálogo internacional.
Retos pendientes:
Reparar relaciones con América Latina, particularmente con Perú y otros miembros de la Alianza del Pacífico.
Fortalecer la relación bilateral con Estados Unidos ante la nueva administración de Trump.
Abordar las críticas a los regímenes autoritarios en la región, como Venezuela y Nicaragua.
El inicio de una política exterior más activa
Los primeros pasos de Claudia Sheinbaum en el ámbito internacional muestran un intento por equilibrar los legados de la Cuarta Transformación con un enfoque más pragmático. La clave estará en cómo maneje las tensiones regionales y las relaciones con potencias globales como Estados Unidos y China.
México parece estar listo para retomar un papel más activo en la diplomacia global, pero el éxito dependerá de la capacidad de la presidenta para navegar las complejidades de un mundo cada vez más polarizado.
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