El 1 de octubre, Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de México con un mensaje claro: México tendría certeza, rumbo y autoridad para enfrentar sus problemas. Pero a poco más de un mes de su mandato, la realidad pinta un escenario diferente: tensiones internas en Morena, cuestionamientos sobre la figura presidencial y un contexto internacional que no da tregua.
¿Quién manda en Morena? Las sombras del “Amlomaximato”
En la historia reciente, ningún expresidente de México ha extendido su influencia más allá de su sexenio como Andrés Manuel López Obrador parece intentarlo. La figura del expresidente sigue presente, y con ello, la percepción de que algunas decisiones del gobierno actual se toman fuera de Palacio Nacional.
Esto genera un ruido innecesario en el oficialismo. Varios líderes dentro de Morena han empezado a distanciarse de la autoridad presidencial, sugiriendo que las órdenes provienen de otros actores. Esta narrativa no solo debilita la figura de Claudia Sheinbaum, sino que también siembra dudas sobre quién realmente está al mando.
Un PRI crítico, pero institucional
Desde el PRI, reconocemos a Claudia Sheinbaum como la presidenta legítima de México. Aunque discrepamos de varias decisiones que debilitan el Estado de Derecho y las instituciones, es fundamental respetar la investidura presidencial.
México no puede permitirse ser gobernado desde las sombras. La alternancia y el respeto a los procesos democráticos son pilares que no debemos erosionar. Sheinbaum tiene el mandato y la responsabilidad de marcar el rumbo de la nación, sin figuras paralelas que socaven su legitimidad.
El reto internacional: Estados Unidos y las presiones que vienen
El panorama internacional también será una prueba para la presidenta. Con Donald Trump regresando a la Casa Blanca, México enfrentará presiones ineludibles en temas como:
- Seguridad: Acciones concretas contra el crimen organizado.
- Migración: Control de flujos migratorios y cumplimiento de acuerdos bilaterales.
- T-MEC: Resolución de disputas comerciales y cumplimiento de estándares.
Estados Unidos exigirá un México firme, capaz de actuar con claridad y unidad en estos temas. La presidenta debe consolidar su liderazgo para que el país sea visto como un socio confiable y sólido.
El llamado a la unidad: México no puede ser un partido político
El oficialismo debe abandonar posturas que perpetúen liderazgos vencidos o dividan la autoridad presidencial. México necesita líderes fuertes que sean capaces de ejercer su poder de manera efectiva, tanto en la política interna como en la exterior.
El desorden político interno no solo genera incertidumbre, sino que también debilita la posición de México en el escenario global. Sheinbaum debe ser clara en su liderazgo, poner orden en su partido y enfrentar los retos con determinación.
La soberbia no es opción
México está en un punto crítico. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar una nueva etapa en la historia del país, pero esto solo será posible si logra consolidar su autoridad y evitar las distracciones internas.
La presidenta debe recordar que la soberbia es el peor enemigo de los líderes. Hoy, más que nunca, México necesita un liderazgo sólido, preparado para enfrentar los retos y demostrar que somos una nación unida, capaz de superar cualquier desafío.
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