Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México, lanzó fuertes críticas contra el ex mandatario Felipe Calderón Hinojosa, a quien no solo volvió a calificar de “espurio”, sino que también lo llamó “entreguista” y “vendepatrias”.
Las declaraciones surgen luego de que Calderón, en un foro en Washington, aseguró que la reforma al Poder Judicial mexicano pasó “sin oposición” del entonces embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, insinuando que debió haber intervenido.
El peso de la palabra “espurio” en la política mexicana
Sheinbaum recordó que Calderón llegó a la presidencia tras un proceso electoral cuestionado en 2006. “Siempre le pongo el apellido espurio, porque llegó con un fraude electoral al gobierno de México. Es indignante”, expresó.
Con ese contexto histórico, la mandataria reforzó su postura, subrayando que un expresidente mexicano no puede solicitar o insinuar la necesidad de intervención extranjera en asuntos internos.
Comparación con la historia y defensa de la soberanía
La presidenta evocó uno de los episodios más oscuros de la historia diplomática entre México y Estados Unidos: la intervención del embajador Henry Lane Wilson en el golpe de Estado contra Francisco I. Madero en 1913.
“¿Cuál es el peor momento de la historia de un embajador estadounidense interviniendo en México? El golpe de Estado a Madero”, puntualizó Sheinbaum.
De ahí su crítica central: “Calderón va a Estados Unidos a decirles que el embajador debió intervenir en México para frenar la reforma al Poder Judicial. Aparte de espurio, ¿cómo le ponemos? entreguista, vendepatrias”.
La estrategia política detrás del discurso
Más allá de la confrontación personal, el señalamiento de Sheinbaum busca reforzar su narrativa de soberanía nacional frente a voces opositoras que, desde su visión, promueven la injerencia extranjera.
En este contexto, la presidenta contrasta la postura de Calderón con la de su propio gobierno, que se presenta como defensor de la independencia política y del respeto entre naciones.


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