sábado, diciembre 27, 2025

Antipolítica y la crisis de la democracia global: ¿es posible revertir el desencanto?

Un 2024 marcado por la caída de los partidos en el poder

El año 2024 será recordado como un punto de inflexión en la política global. En todas las elecciones de países desarrollados, los partidos en el poder vieron caer su porcentaje de votos, algo sin precedentes.

Este fenómeno no es simplemente el clásico vaivén entre izquierda y derecha; es un cambio más profundo. En todo el mundo, los votantes optan por partidos extremos, no necesariamente por su ideología, sino por su oposición frontal al sistema establecido.

El desencanto con la política tradicional, conocido como antipolítica, ha dado lugar a un rechazo visceral a los consensos que sustentan las democracias. Más que una crisis de ideologías, es una crisis de confianza en el sistema político como tal.

De la protesta al poder: el auge global del populismo antisistema

La antipolítica ha tomado diversas formas en todo el mundo. Desde el avance de la extrema derecha en Europa —con países como Italia, Francia, y Suecia como ejemplos destacados— hasta el ascenso de líderes antisistema en Latinoamérica, como Argentina, Colombia, y El Salvador.

En otros rincones del mundo, el etnonacionalismo ha ganado terreno en democracias como Israel, India y Turquía, mientras que figuras populistas desafían el status quo en Canadá y Estados Unidos, donde el regreso de Donald Trump a la política nacional es un reflejo de este contexto global.

El común denominador es la creciente desconfianza hacia las élites tradicionales y la búsqueda de liderazgos que prometen romper con el pasado, aunque a menudo sus soluciones sean tan radicales como inviables.

La revolución digital: un megáfono para el descontento

El analista Martín Gurri, en su libro La rebelión del público, anticipó este panorama en 2014. Según Gurri, el auge de las tecnologías digitales ha amplificado el descontento social, convirtiendo a cada individuo en un actor político capaz de criticar, desacreditar y movilizarse contra el poder.

Antes, las élites controlaban la narrativa. Hoy, las redes sociales y las plataformas digitales han democratizado la información, permitiendo que los ciudadanos cuestionen y desafíen directamente a los gobernantes. Pero con esta apertura también han llegado la polarización y el caos:

  • La esfera pública está dominada por el conflicto, donde los discursos más extremos tienen mayor resonancia.
  • Los gobiernos enfrentan crecientes expectativas que superan su capacidad de respuesta, alimentando el descontento.

Esta dinámica crea un terreno fértil para los populistas, quienes capitalizan el malestar con promesas grandilocuentes y ataques al status quo.

Vetocracias: el estancamiento político como norma

El politólogo Francis Fukuyama describe cómo la democracia enfrenta un fenómeno preocupante: las vetocracias. En estos sistemas, los actores políticos no solo bloquean las iniciativas de sus rivales, sino que carecen del poder suficiente para imponer su propia agenda.

El resultado es un juego político estancado, donde el progreso se detiene y el descontento ciudadano aumenta. Este círculo vicioso alimenta la antipolítica, que encuentra en la parálisis del sistema una excusa para justificar su rechazo absoluto a las instituciones tradicionales.

¿Cómo actualizar la democracia frente a la antipolítica?

La respuesta no está en abandonar la democracia, sino en reinventarla. Las instituciones deben evolucionar para ser más inclusivas, transparentes y participativas. Algunas propuestas para contrarrestar la crisis incluyen:

  1. Presupuestos participativos: Permitir que los ciudadanos decidan directamente en qué se invierten los recursos públicos.
  2. Referéndums locales: Acercar la toma de decisiones a las comunidades, promoviendo el diálogo y la corresponsabilidad.
  3. Asambleas ciudadanas: Crear espacios deliberativos donde los ciudadanos puedan influir en las políticas públicas.

Además, es crucial fortalecer los mecanismos de control y equilibrio, asegurando que incluso los líderes populistas respeten los principios democráticos.

La democracia necesita adaptarse a un mundo donde la información fluye rápidamente, las expectativas son altas y los ciudadanos exigen más voz y poder.

El desafío del siglo XXI: gobernar en tiempos de desconfianza

El auge de la antipolítica refleja un descontento profundo que no desaparecerá pronto. Sin embargo, este malestar puede canalizarse para construir una democracia más robusta, capaz de responder a los desafíos de la era digital.

Aunque el camino no será fácil, es necesario intentarlo. La alternativa —la erosión de las instituciones democráticas— es un riesgo que ninguna sociedad puede permitirse.

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Paloma Franco
Paloma Franco
Paloma Franco es una editora web de gran experiencia y una autoridad en temas de México y Economía. Su amplia trayectoria en periodismo investigativo y su habilidad para crear contenido digital confiable y relevante son fundamentales para la veracidad de nuestras publicaciones. Su profundo conocimiento económico y su compromiso con la investigación periodística garantizan la máxima fiabilidad de la información.
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