La reciente victoria electoral de Donald Trump trae consigo un panorama preocupante para México. Las amenazas de imponer aranceles y deportaciones masivas se ven opacadas por una propuesta aún más alarmante: la solicitud de Marko Cortés, presidente del PAN, de que el ejército estadounidense intervenga México para combatir a los cárteles.
Aunque la presidenta calificó esta propuesta de “ridícula y traidora”, la amenaza de una intervención es mucho más seria de lo que parece.
Aranceles y deportaciones: los impactos económicos y sociales para México
Con Trump de regreso, México enfrenta la amenaza de políticas comerciales proteccionistas. Se ha especulado que su administración podría imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, impactando duramente al sector manufacturero, especialmente en un momento en que el “nearshoring” busca aprovechar la cercanía geográfica para trasladar producción desde Asia a América.
Estos aranceles no solo desincentivarían esa reubicación, sino que también afectarían a miles de trabajadores que dependen de las exportaciones.
Además, las deportaciones masivas podrían traer de regreso a México a miles de migrantes, en su mayoría trabajadores, que se verían forzados a reincorporarse a un mercado laboral saturado.
Las familias mexicanas que dependen de remesas también podrían ver una reducción en sus ingresos, impactando directamente en las economías locales de zonas rurales y de bajos ingresos.
¿Una invasión a México? La narrativa de la “narco-dictadura” y los “terroristas”
La invitación de Marko Cortés a una intervención extranjera es más que un simple desatino; se enmarca en una narrativa orquestada que intenta crear una percepción internacional de México como un estado fallido y una “narco-dictadura”. Esta estrategia, impulsada por think tanks de derecha en Estados Unidos, pretende sentar las bases para justificar una intervención militar en suelo mexicano bajo la excusa de combatir a los cárteles, a quienes se quiere catalogar como “organizaciones narcoterroristas transnacionales”.
Si esta clasificación legal avanzara, el gobierno estadounidense podría considerar la intervención militar directa en México. Tal como han hecho en países como Afganistán, Irak o Libia, donde el ejército estadounidense intervino para, supuestamente, “restablecer el orden”, México podría convertirse en el siguiente país en esta lista. La historia de esas intervenciones es alarmante: territorios devastados, comunidades destrozadas y un vacío político difícil de llenar.
Las consecuencias de una intervención: lecciones de Afganistán, Irak y Libia
Para quienes creen que una intervención estadounidense podría solucionar el problema de la inseguridad en México, un repaso de la historia reciente ofrece una lección contundente.
Los países intervenidos bajo la bandera de la “lucha contra el terrorismo” o la “guerra contra el narcotráfico” han quedado sumidos en el caos. Afganistán, después de dos décadas de intervención militar, quedó destruido y con un vacío de poder que volvió a ser ocupado por el Talibán. Irak sigue lidiando con una inestabilidad que ha cobrado miles de vidas civiles, y Libia quedó en ruinas, con una infraestructura devastada y una guerra civil de la cual aún no se recupera.
En todos estos países, el ejército estadounidense eliminó estructuras políticas y sociales locales y colocó gobiernos a modo. Al irse, dejaron una estela de destrucción, hambre y pobreza. La promesa de estabilidad y orden nunca se materializó, y en su lugar surgieron conflictos internos aún más intensos y destructivos. Un posible escenario similar en México sería devastador.
Marko Cortés y la colaboración con una narrativa de intervención
Al cooperar con los think tanks de derecha que promueven la idea de que México necesita intervención militar, Cortés contribuye a una narrativa que ha generado polémica, donde la intervención extranjera casi siempre ha derivado en crisis profundas.
A su vez, deja a la sociedad mexicana vulnerable a decisiones que se tomarían sin el bienestar de México en mente.
La soberanía y la importancia de soluciones nacionales
El problema del narcotráfico y la violencia en México es complejo y requiere una estrategia integral que contemple no solo medidas de seguridad, sino también desarrollo social, educativo y económico. Depender de un ejército extranjero para resolver nuestros problemas es una estrategia que ignora las lecciones de la historia y, lo más importante, la dignidad y soberanía de México.
México necesita fortalecer sus instituciones, mejorar sus capacidades de seguridad y trabajar en la construcción de paz desde un enfoque que respete la autonomía del país. La cooperación con Estados Unidos puede ser beneficiosa, pero no debe ser a través de una intervención militar que ponga en riesgo la integridad del territorio y la vida de millones de mexicanos.
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