La madrugada del domingo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, anunció que no permitiría el aterrizaje de aviones militares estadounidenses con migrantes colombianos deportados. En un tono desafiante y soberanista, Petro evocó la resistencia de Salvador Allende y las páginas de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Sin embargo, el heroico discurso duró poco.
Horas después, ante la respuesta inmediata de Donald Trump, quien impuso aranceles del 25% a las exportaciones colombianas y canceló visas para ciudadanos de ese país, Petro cedió. No solo aceptó los vuelos, sino que ofreció el avión presidencial para traer de regreso a los migrantes, asegurando que serían “tratados como seres humanos”.
El conflicto quedó resuelto, pero no sin dejar cicatrices en la percepción pública y lecciones sobre las nuevas reglas del juego político en América Latina.
La “Doctrina Trump”: amenazas económicas como arma política
Desde su regreso al poder, Trump ha mostrado que sus amenazas no son vacías. La famosa estrategia del «garrote grande» de Theodore Roosevelt ha sido adaptada al siglo XXI, donde los aranceles, sanciones y restricciones de visados se han convertido en las nuevas armas diplomáticas de Estados Unidos.
En este caso, Trump utilizó estas herramientas para cumplir su promesa de campaña: deportar a los migrantes indocumentados, a quienes calificó como parte de una “invasión”. Su visión es clara: América para los estadounidenses y el resto del mundo debe hacerse cargo de sus propios problemas.
Las medidas de presión de Trump funcionan porque atacan puntos neurálgicos. Colombia, por ejemplo, depende en gran medida de su comercio con Estados Unidos, que representa cerca del 30% de sus exportaciones totales. Ante el riesgo de una crisis económica y el impacto social de la restricción de visas, Petro tuvo que retroceder.
¿Qué significa esto para América Latina?
El episodio entre Trump y Petro es un claro mensaje para otros países de la región. México, Honduras, Guatemala y Brasil deben prepararse para enfrentar presiones similares si no alinean sus políticas migratorias y comerciales con las exigencias de Estados Unidos.
La “Doctrina Trump” va más allá de la migración. También incluye temas como seguridad, narcotráfico y comercio. A diferencia de políticas anteriores, esta estrategia no busca acuerdos multilaterales ni alianzas, sino imponer condiciones a través de amenazas directas.
La contradicción histórica: el sur que huye, el norte que cierra puertas
El fenómeno migratorio en América Latina tiene raíces profundas. Gobiernos inestables, economías frágiles y sistemas sociales deficientes empujan a millones a buscar una vida mejor en Estados Unidos. En contraste, la visión estadounidense del «sueño americano» sigue siendo un faro de esperanza, incluso si solo ofrece empleos precarios.
Este flujo migratorio, sin embargo, también alimenta discursos populistas en Estados Unidos, donde los migrantes son vistos como una amenaza para la identidad y la economía nacional.
El legado de Petro: ¿heroísmo o falta de estrategia?
El breve enfrentamiento de Gustavo Petro con Donald Trump será recordado como un desplante más simbólico que efectivo. Aunque inicialmente mostró resistencia, su rápida capitulación pone en duda la capacidad de su gobierno para manejar conflictos internacionales.
En lugar de construir alianzas regionales o buscar alternativas viables, el presidente colombiano optó por un discurso heroico que, lejos de fortalecer su posición, evidenció la fragilidad de su estrategia.
Diálogo, no confrontación
El enfrentamiento entre Trump y Petro deja una lección clara: la retórica radical puede generar titulares, pero es el diálogo y la negociación lo que permite avanzar en un mundo interconectado. Para los países de América Latina, es esencial fortalecer sus políticas internas, diversificar sus economías y buscar mecanismos de cooperación regional para enfrentar las crecientes presiones de Estados Unidos.
En un momento en que el poder del “garrote” parece estar de vuelta, la única respuesta efectiva es construir puentes, no quemarlos.
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