En medio de titulares que destacan ataques en Occidente, el Sahel africano emerge como el verdadero epicentro del terrorismo global. Mientras que eventos aislados en ciudades como Nueva Orleans capturan la atención mediática, la realidad en regiones como Burkina Faso o Malí refleja un problema de mayor magnitud: ataques masivos, redes criminales transnacionales y una creciente influencia de actores como Al Qaeda, ISIS y el Grupo Wagner, ahora reconfigurado como el «Africa Corps».
El Índice Global de Terrorismo 2024 confirma lo alarmante: el Sahel es una de las regiones más afectadas por el terrorismo en el mundo, con un incremento de muertes de más del 2,000% en los últimos 16 años. Este panorama se agrava por factores como golpes militares, el cambio climático y las disputas geopolíticas entre potencias globales.
¿Qué sucede en el Sahel?
El Sahel, una franja de territorio al sur del Sahara, conecta África Occidental con África del Norte. Esta región enfrenta un cóctel explosivo de crisis:
- Terrorismo en ascenso
- Grupos como el JNIM (afiliado a Al Qaeda) y la «Provincia del Estado Islámico en el Sahel» (ISSP) controlan vastas extensiones de territorio.
- Utilizan estrategias como violencia focalizada y alianzas con redes criminales para expandir su influencia.
- Golpes militares recurrentes
- Malí, Burkina Faso y Níger han experimentado golpes recientes, con militares prometiendo combatir el extremismo, pero enfrentando críticas por violaciones de derechos humanos.
- Influencia extranjera
- Francia ha reducido su presencia militar en la región, creando un vacío que Rusia, a través del Grupo Wagner, ha aprovechado.
- Estados Unidos, sin una estrategia clara, ha perdido terreno en este complejo tablero geopolítico.
Terrorismo y crimen organizado: Una alianza mortal
El Sahel es un caso emblemático de convergencia entre terrorismo y crimen organizado. Según el Índice Global de Terrorismo, estas dinámicas incluyen:
- Tráfico de armas y drogas: Los grupos terroristas financian sus operaciones a través de redes de contrabando.
- Secuestros: Una fuente clave de ingresos para organizaciones como JNIM.
- Violencia estratégica: En áreas controladas, los grupos extremistas reducen conflictos locales para ganar apoyo de la población.
Un ejemplo claro es el JNIM, que ha evolucionado desde la era de Osama Bin Laden y ahora utiliza la violencia de manera calculada, disminuyéndola en zonas que busca consolidar, mientras intensifica los ataques en territorios rivales.
La sombra del Grupo Wagner
El Grupo Wagner, ahora bajo el control del Kremlin y reconfigurado como Africa Corps, ha extendido su presencia en África. Según el Centro Soufan, Wagner opera en países como:
- Malí y Burkina Faso: Ofreciendo apoyo militar a regímenes golpistas.
- Sudán y República Centroafricana: Proporcionando logística y operaciones de inteligencia.
- Níger: Aprovechando el vacío dejado por el retiro de tropas estadounidenses.
Esta organización sirve como una herramienta clave para que Rusia compita con Occidente en la región, mientras niega oficialmente su involucramiento.
El impacto humano del terrorismo en el Sahel
La crisis del Sahel ha dejado un impacto devastador en su población:
- Más de 10 millones de niños necesitan ayuda humanitaria, según la ONU, un número que se ha duplicado desde 2020.
- El incremento del terrorismo ha intensificado la inseguridad alimentaria y desplazado a millones de personas.
- Las mujeres y niñas enfrentan riesgos adicionales, como violencia sexual y explotación en zonas controladas por extremistas.
¿Qué pueden hacer las potencias globales?
El Sahel no es solo un problema regional; su estabilidad tiene implicaciones globales. Para abordar esta crisis, las potencias deben:
- Invertir en desarrollo local: Más allá de la ayuda militar, es crucial fortalecer la gobernanza, la educación y la seguridad alimentaria.
- Fortalecer alianzas multilaterales: Trabajar con la ONU, la Unión Africana y bloques regionales para crear soluciones sostenibles.
- Combatir la convergencia criminal-terrorista: Atacar las fuentes de financiamiento de estos grupos con un enfoque global y coordinado.
El terrorismo en el Sahel no puede seguir siendo ignorado. Esta región refleja cómo los conflictos locales se entrelazan con rivalidades globales, creando un problema complejo que exige una respuesta igualmente sofisticada. Mientras Occidente enfoca su atención en ataques aislados en sus ciudades, la verdadera batalla contra el extremismo se libra en regiones como el Sahel, donde millones de vidas están en juego.
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