El reciente terremoto en el este de Afganistán ha dejado más de 2,200 muertos y afectado a cerca de 500 mil personas, según informes de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO) y agencias de la ONU.
Más de 6,700 familias quedaron sin hogar, mientras que más de 6 mil viviendas fueron destruidas. La catástrofe también arrasó 68 fuentes de agua y causó la muerte de ganado en las provincias de Kunar y Nangarhar, golpeando duramente los medios de subsistencia de comunidades rurales.
La crisis se agravó cuando un nuevo sismo de magnitud 5.6 sacudió la misma región, dificultando las labores de rescate y evaluación de daños.
Emergencia humanitaria y necesidades urgentes
El terremoto ha generado un drama secundario en los centros de salud, donde muchos heridos no tienen hogar al que regresar y permanecen en hospitales como el Hospital Regional de Nangarhar. Las mujeres representan la mayoría de los afectados, según primeras evaluaciones.
Afganistán ya enfrentaba una crisis humanitaria profunda, con un sistema de salud fragmentado y desabastecido, y la presión de 1.6 millones de refugiados que regresan y millones de desplazados internos. Casi la mitad de la población dependía de ayuda antes del desastre.
Organizaciones internacionales hacen un llamado urgente a liberar fondos de emergencia para proveer refugio, asistencia vital y alimentos, mientras las autoridades y agencias humanitarias trabajan contra el tiempo, conscientes de la llegada inminente del invierno.


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