La noche del jueves 21 de agosto, Cali vivió uno de los episodios más duros de los últimos meses. Una explosión estremeció la ciudad y dejó a decenas de heridos. En medio de la incertidumbre, la comunidad se unió para ayudar a las víctimas, mientras la noticia se expandía rápidamente por el país. El atentado no solo buscaba atacar instalaciones de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, sino que terminó golpeando de lleno a la población civil.
En ese contexto, el presidente Gustavo Petro viajó de inmediato a la capital del Valle para encabezar un Consejo de Seguridad en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón. Allí, con tono firme, descartó decretar la conmoción interna y en su lugar anunció una ofensiva militar en la Cordillera Occidental, con el fin de cerrar corredores estratégicos utilizados por grupos armados.
La estrategia militar de Petro
Petro fue claro: no se trata de improvisar, sino de profundizar las capacidades ya desplegadas. La instrucción a las Fuerzas Militares es copar zonas críticas como Jamundí, Buenos Aires y Suárez, puntos clave para cortar el paso de las columnas armadas “Carlos Patiño” y “Martínez”.
El mandatario destacó que el objetivo es evitar que las disidencias del Estado Mayor Central se fortalezcan, sin descuidar regiones como el Micay, donde el Ejército ha dado golpes importantes al narcotráfico.
Narcotráfico internacional detrás del atentado
El presidente explicó que detrás del ataque no hay una motivación política, sino estructuras del narcotráfico con nexos internacionales. Petro señaló vínculos con mafias mexicanas, albanesas e italianas, y recordó que varios de sus cabecillas ya han sido capturados en Colombia.
“Estamos enfrentando una mafia internacional con bandas armadas aquí. Usan la debilidad social y la falta de oportunidades de las comunidades para controlarlas”, advirtió.
Víctimas y dolor en Cali
Hasta el momento se han registrado más de 70 heridos, en su mayoría civiles. Las imágenes del atentado muestran el impacto brutal en la ciudadanía, que quedó marcada por una tragedia que buscaba intimidar, pero que también reveló la capacidad de resistencia de la población caleña.
El presidente calificó el hecho como una masacre contra la población civil, dejando claro que la reacción del Estado será contundente.
Una decisión política con impacto nacional
Al descartar la conmoción interna, Petro busca enviar un mensaje: el país cuenta ya con los instrumentos legales y militares necesarios para enfrentar esta amenaza. Su apuesta es por el fortalecimiento de la acción militar en zonas estratégicas, acompañada de medidas contra la producción de cocaína en el Pacífico.
Con ello, el mandatario reafirma su narrativa: la lucha no es solo contra grupos armados, sino contra un sistema global de narcotráfico que alimenta la violencia en Colombia.
Seguridad sin conmoción interna
La decisión de Petro marca un momento clave para la seguridad nacional. Mientras Cali intenta sanar las heridas de la tragedia, la ofensiva militar en la Cordillera Occidental será la prueba de fuego para el Gobierno en su promesa de recuperar el control territorial sin recurrir a medidas excepcionales como la conmoción interna.


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