De la esperanza a la persecución: Nicaragua bajo el régimen de Ortega
Hace generaciones, la historia de la Sagrada Familia huyendo de Herodes marcó el imaginario de la humanidad como símbolo de persecución y resistencia. Hoy, esa narrativa se revive en un contexto contemporáneo con los nicaragüenses que huyen del régimen de Daniel Ortega.
Quienes en su momento lucharon con valor para derrocar la dictadura de Somoza se han convertido, irónicamente, en émulos de aquello que juraron destruir. Ortega, una vez emblema de esperanza revolucionaria, hoy lidera un gobierno que persigue, despoja y silencia a sus propios compatriotas.
La degradación de la revolución en América Latina
El revolucionario, decía Chateaubriand, tiende a priorizar sus convicciones políticas por encima de los derechos humanos. Esta lógica deshumanizadora ha sido la base de regímenes que etiquetan a sus opositores como enemigos del pueblo:
- Cuba: Donde disidentes son llamados «gusanos».
- Nicaragua: Donde figuras como Sergio Ramírez han sido despojadas de su nacionalidad.
¿Qué impulsa esta deriva autoritaria?
- Pragmatismo político: La conservación del poder se convierte en el único ideal.
- Deshumanización del rival: Privar a las personas de ciudadanía, títulos o derechos facilita la represión.
- Indiferencia internacional: La falta de condena contundente de gobiernos vecinos perpetúa estas prácticas.
El caso de Sergio Ramírez: el rostro visible de una injusticia invisible
Sergio Ramírez, escritor galardonado y ex vicepresidente de Nicaragua, es una de las muchas víctimas de este régimen. En un acto que evoca las expulsiones de judíos en la España medieval, fue despojado de su nacionalidad y títulos.
En la Feria Internacional del Libro (FIL), Ramírez expresó cómo España le otorgó refugio y ciudadanía, contrastando con la barbarie que lo dejó apátrida. En un gesto de justicia simbólica, la Universidad de Guadalajara le concedió el título de doctor honoris causa, restaurando parte de su dignidad.
El paralelismo histórico: de Felipe II a Daniel Ortega
La barbarie de despojar a individuos de su identidad y derechos no es nueva:
- La expulsión de judíos y moriscos en España: Familias separadas, hogares confiscados y personas privadas de su ciudadanía.
- Regímenes autoritarios del siglo XX: De Stalin a Pol Pot, el despojo y la persecución en nombre de una revolución.
La indiferencia contemporánea
Hoy, muchos se indignan por las atrocidades históricas mientras ignoran lo que ocurre en tiempo real en Nicaragua. Este contraste revela una peligrosa normalización de la injusticia actual.
Lecciones para América Latina y el mundo
El caso de Nicaragua no es solo una tragedia local, sino un recordatorio de los riesgos del autoritarismo:
- La vigilancia internacional es clave: Los gobiernos y organismos internacionales deben condenar estas prácticas con mayor firmeza.
- Empatía global: Las personas deben movilizarse para apoyar a quienes han perdido todo por enfrentar la injusticia.
- Defender los derechos humanos: Ninguna revolución justifica la persecución o la deshumanización de sus ciudadanos.
Un llamado a la acción: solidaridad con los perseguidos
Como las familias que huyen de Herodes, miles de nicaragüenses escapan de la tiranía actual. Es nuestro deber reconocer su humanidad, visibilizar su lucha y abogar por la justicia.
En palabras de Ramírez:
«Me quitaron la nacionalidad, pero no mi dignidad.»
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