China intensifica su agresión contra Filipinas con tácticas que Manila califica de «piratería». Descubre por qué esta escalada es un desafío directo al pacto de defensa con EE.UU.
Una campaña de intimidación cada vez más violenta por parte de China en el Mar de China Meridional ha escalado a un nuevo nivel, con fuerzas chinas utilizando lanzas y embistiendo barcos filipinos, en lo que se considera una prueba directa a la alianza de defensa entre Manila y Washington.
La tensión en el Mar de China Meridional ha superado el punto de ebullición. Lo que comenzó como una serie de hostigamientos se ha transformado en una campaña de agresión que, según altos mandos filipinos, raya en la delincuencia marítima. Un reciente informe del programa «60 Minutes» capturó la cruda realidad de esta escalada: en mitad de la noche, a unas 60 millas náuticas de la costa filipina, una alarma estridente despertó a la tripulación del guardacostas Cape Engaño justo antes de que un buque de la Guardia Costera china, casi el doble de su tamaño, lo embistiera violentamente, dejando un agujero de más de un metro en su casco.
Este no es un hecho aislado, sino el clímax de una estrategia de intimidación que ha ido in crescendo. Durante meses, las tácticas chinas incluyeron el uso de potentes cañones de agua y el bloqueo de misiones de reabastecimiento a puestos filipinos en atolones en disputa. Sin embargo, los enfrentamientos recientes han adquirido un cariz mucho más peligroso.
La Escalada: De la Intimidación a la «Piratería»
El General Romeo Brawner, jefe de las fuerzas armadas de Filipinas, describió un enfrentamiento en junio de 2024 que representa un nuevo y alarmante precedente. Durante una misión de reabastecimiento, personal chino no solo bloqueó a los barcos filipinos, sino que los abordó con lanzas y armas blancas, pincharon sus botes inflables, destruyeron y robaron equipos e hirieron a varios marineros. En el altercado, un miembro de la Armada filipina perdió su pulgar derecho.
«Robaron nuestro equipo. Destruyeron nuestro equipo. Hirieron a nuestro personal. Y estos son los actos de piratas», declaró el General Brawner, en una acusación que eleva la retórica a un nivel sin precedentes.
Estos enfrentamientos se han concentrado en puntos estratégicos como el Atolón Second Thomas (conocido en Filipinas como Ayungin), el Atolón Sabina y el Bajo de Masinloc (Scarborough Shoal), lugares que China reclama a pesar de un fallo de un tribunal internacional en La Haya en 2016 que desestimó sus reivindicaciones históricas basadas en la «línea de nueve trazos».
La Estrategia China de la «Zona Gris»
Analistas militares señalan que estas acciones no son aleatorias, sino parte de una calculada estrategia de «zona gris». Pekín utiliza deliberadamente a su Guardia Costera y a una vasta milicia marítima —barcos pesqueros que en realidad operan bajo comando militar— en lugar de su Armada regular. El objetivo es afirmar el control de facto sobre las aguas en disputa y desafiar el derecho marítimo internacional sin cruzar el umbral de un acto de guerra formal, evitando así una respuesta militar directa.
Ray Powell, director del grupo de análisis marítimo SeaLight, describe cómo las flotas chinas crean una red de maniobras para rodear y acosar a los buques filipinos, estableciendo un dominio físico sin disparar un solo tiro.
El Costo Humano: «Nos Robaron Nuestros Mares»
Más allá de la geopolítica, esta estrategia tiene un impacto devastador en las comunidades locales. Leonardo Cuaresma, presidente de una asociación de pescadores filipinos, relata cómo han sido expulsados de sus caladeros tradicionales, como Scarborough Shoal, donde sus familias han pescado durante generaciones.
«Están aplastando los corales allí, y no queda casi nada», lamentó Cuaresma, refiriéndose a la construcción de islas artificiales por parte de China. «Desde que nos robaron nuestros mares y arrecifes, hemos perdido nuestras pesquerías y hemos visto disminuir los recursos marinos». Esta conexión con el sustento de personas reales añade una dimensión trágica y emocionalmente resonante al conflicto.
Un Tratado de Defensa Puesto a Prueba
Cada embestida y cada acto de acoso es también un mensaje directo a Washington. Las acciones de China son una prueba de fuego para el Tratado de Defensa Mutua entre Estados Unidos y Filipinas, un pilar de la seguridad estadounidense en la región. La credibilidad de EE.UU. está en juego.
El analista Ray Powell planteó un escenario crítico en «60 Minutes»: si un barco filipino es hundido y hay víctimas mortales, Manila probablemente invoque el tratado. La pregunta que resuena en todas las capitales asiáticas es si Washington respondería. «Si [el tratado] no significa nada para Filipinas, ¿qué significa para Japón? ¿Qué significa para Corea del Sur?», advirtió Powell, subrayando las implicaciones para toda la arquitectura de alianzas de EE.UU..
La presencia militar estadounidense en la región ha aumentado con ejercicios conjuntos como Balikatan, pero la estrategia china parece diseñada para explotar las divisiones políticas internas en Filipinas y sembrar dudas sobre la fiabilidad de su aliado estadounidense. Pekín no solo busca controlar arrecifes y aguas; su objetivo final podría ser fracturar la alianza que se interpone en su camino.


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