Viernes 22 de agosto de 2025. Nicolás Maduro aparece en la Asamblea Nacional y sorprende leyendo una proclama de Cipriano Castro de 1902, en la que se mencionaban renuncia al poder y liberación de presos políticos. El discurso se viralizó inmediatamente en redes sociales y medios oficiales, pero detrás de esta puesta en escena hay un objetivo estratégico: Maduro no estaba hablando de historia, sino probando los límites de su presente.
El consultor político Nelson Mendoza Blanco lo resume así: “Maduro simula un sacrificio para proyectarse como héroe sitiado, ganar tiempo y tantear reacciones”.
El eco de Cipriano Castro
Cipriano Castro, conocido como El Cabito, enfrentó un bloqueo naval europeo en 1902. En aquel contexto, lanzó un discurso en el que ofrecía dejar el poder y liberar a los presos políticos si con ello defendía la soberanía nacional.
En la práctica, nunca cumplió esas promesas. Fue un gesto de dramatismo nacionalista que buscaba cohesionar a las élites, ganar respaldo popular y reforzar su posición de poder.
Maduro, más de un siglo después, reproduce esa misma narrativa.
La jugada política de Maduro
El discurso no fue improvisado. Mendoza Blanco lo define como un “globo de ensayo”: una estrategia para medir reacciones internas entre militares, aliados, oposición y bases sociales.
Horas después de la lectura, el régimen anunció la liberación de 13 presos políticos, entre ellos Américo De Grazia y Margarita Assenza, lo que reforzó la ilusión de que Maduro hablaba de sí mismo. Sin embargo, el trasfondo, según el analista, no es altruista sino cálculo de supervivencia política.
El cálculo emocional y el relato heroico
Maduro apela al imaginario nacionalista y victimista, colocándose en el papel de líder acosado por imperios extranjeros. Evoca sacrificio, pero en realidad busca:
- Medir fracturas internas y detectar posibles deslealtades.
- Negociar oxígeno diplomático ofreciendo concesiones parciales como la liberación selectiva de presos.
- Controlar la narrativa al romantizar su figura y transformar la debilidad en un gesto “heroico”.
La puesta en escena recuerda que, en la política venezolana, los líderes sitiados nunca ceden realmente: simulan sacrificio, pero se aferran al poder.
Contexto y paralelismo con EE.UU.
Maduro pretende establecer un paralelismo histórico: así como Cipriano Castro enfrentó el bloqueo europeo en 1902, él se presenta como líder cercado por el despliegue naval y aéreo de Estados Unidos en el Caribe.
Al recurrir a esa narrativa, Maduro busca convertir la presión internacional en una excusa para reforzar la cohesión interna y presentarse como defensor de la patria frente al “enemigo externo”.
El desenlace inmediato: ¿renuncia real o estrategia?
El gesto de leer la proclama de 1902 no anuncia renuncia ni transición, sino una maniobra de control narrativo. Maduro proyecta la idea de estar dispuesto a sacrificarlo todo, pero su objetivo es ganar tiempo y negociar en mejores condiciones.
Como concluye Mendoza Blanco: “Lo que parece un acto de desprendimiento es, en realidad, un recurso de supervivencia”.
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