Caracas amaneció con un aire distinto. Mientras muchos venezolanos seguían con su rutina diaria, otros participaron en un simulacro nacional organizado por el régimen de Nicolás Maduro. La jornada, realizada en los 24 estados y en la capital, integró a fuerzas armadas, civiles, Protección Civil, bomberos y la Milicia Bolivariana bajo una consigna: “asegurar la preparación del pueblo” ante posibles desastres naturales o un conflicto armado con Estados Unidos.
Desde tempranas horas, los medios estatales transmitieron imágenes de escuelas y plazas convertidas en centros de entrenamiento. En Petare, uno de los barrios más extensos de Caracas, 300 personas evacuaron un plantel educativo simulando un sismo, guiadas por funcionarios de Protección Civil. Con una mano sobre el hombro del compañero y la otra protegiendo la cabeza, avanzaron en fila hacia un punto seguro, mientras ambulancias y camillas reforzaban la escena.
Tensiones con Estados Unidos
El ejercicio ocurre en un escenario de creciente tensión entre Venezuela y EE.UU. Hace poco más de un mes, la administración de Donald Trump desplegó barcos y un submarino en el Caribe, justificando la operación como parte de la lucha contra el narcotráfico. El saldo: tres embarcaciones destruidas y 14 personas muertas, presuntamente vinculadas a actividades ilícitas desde territorio venezolano.
Para Maduro, estas maniobras representan un “asedio imperialista”. Su respuesta: intensificar el entrenamiento militar y fortalecer la fusión entre civiles y fuerzas armadas. Incluso, adelantó que podría activar un estado de conmoción exterior, figura constitucional que permite medidas excepcionales ante amenazas extranjeras.
Preparación militar y movilización popular
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, aseguró que el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ceofanb) mantiene un despliegue permanente para proteger la soberanía. Durante un acto en Caracas, advirtió que, si la situación escala, “todo el pueblo de Venezuela” estaría llamado a la defensa armada “centímetro a centímetro”.
La Milicia Bolivariana, conformada por civiles voluntarios, jugó un rol clave en el simulacro. Su participación refleja la estrategia chavista de sumar a la población a la lógica de defensa, mezclando entrenamiento militar con dinámicas comunitarias.
Entre el miedo y la rutina
Para algunos venezolanos, estos ejercicios generan incertidumbre más que confianza. En las calles de Caracas, muchos desconocían que el simulacro estaba en curso, mientras que otros lo vivieron como un recordatorio de la fragilidad del país frente a amenazas externas e internas.
En paralelo, los recientes sismos ocurridos en Venezuela dieron otro argumento al régimen para justificar la jornada. Aunque no causaron víctimas, sirvieron para reforzar la narrativa de preparación ante múltiples escenarios: desde terremotos hasta una invasión militar.
Repercusiones internacionales
En la ONU, el canciller chavista Yván Gil acusó a Washington de violar la Carta de Naciones Unidas con su despliegue en el Caribe. Sin embargo, Trinidad y Tobago respaldó públicamente las acciones de EE.UU., alegando el impacto devastador del narcotráfico en la región.
Este cruce diplomático evidencia la soledad creciente de Venezuela en el ámbito internacional, mientras sus aliados tradicionales mantienen posturas cada vez más cautelosas ante la alianza Rusia-Irán en la guerra de Ucrania y el impacto global del chavismo.
Un país entre simulacros y tensiones reales
El simulacro nacional liderado por Maduro es más que un ejercicio de evacuación: es un mensaje político hacia adentro y hacia afuera. Mientras la vida cotidiana transcurre entre apagones, inflación y crisis migratoria, el régimen apuesta por la imagen de un pueblo preparado para resistir cualquier embate, ya sea natural o militar.
La pregunta que queda en el aire es si estos ejercicios fortalecerán la confianza ciudadana o si terminarán aumentando la percepción de que Venezuela vive en una alerta permanente sin salida clara.
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