El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, reapareció este martes tras casi dos semanas fuera de la escena pública, anunciando la disposición del Kremlin a reanudar el diálogo diplomático con Estados Unidos para organizar una cumbre entre los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump en Budapest.
“Estamos dispuestos a hablar con nuestros colegas estadounidenses para reanudar el trabajo preparatorio de su iniciativa de celebrar una cumbre entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos”, declaró Lavrov durante una videoconferencia con medios rusos. Su aparición buscó disipar los rumores sobre una posible crisis interna o problemas de salud, que circularon tras su inusual ausencia desde finales de octubre.
Reaparición tras semanas de especulación
Lavrov, quien ha sido canciller ruso durante 22 años, se había mantenido fuera del ojo público desde su visita a Bielorrusia el 28 de octubre, lo que alimentó conjeturas en Moscú sobre un posible distanciamiento con Putin o incluso su destitución. Algunos medios locales llegaron a atribuirle el fracaso de la cumbre de Budapest, cuya suspensión habría sido interpretada como un golpe diplomático.
En su reaparición, Lavrov negó cualquier responsabilidad en el incidente. Según explicó, en su conversación del 20 de octubre con el secretario de Estado estadounidense Mario Rubio, no hubo “ningún desacuerdo de tono”, sino la confirmación de los entendimientos previos alcanzados en Anchorage, durante la última cumbre bilateral.
“Quedamos en que el siguiente paso sería el encuentro de representantes de Relaciones Exteriores y Defensa, pero los estadounidenses se negaron a dar ese paso”, dijo Lavrov, atribuyendo la suspensión del proceso a la falta de voluntad de Washington.
Tensiones por los ensayos nucleares
El canciller ruso también abordó la reciente orden del presidente Trump de reanudar los ensayos nucleares en Estados Unidos, una medida que calificó como “motivo de seria inquietud” para Moscú. Según Lavrov, la iniciativa representa “un desvío peligroso” respecto al principio establecido por Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan en los años ochenta: que “una guerra nuclear no puede ser ganada y, por tanto, nunca debe ser declarada”.
“Hasta ahora no hemos recibido una explicación de qué tuvo en cuenta Trump al hablar de ensayo nuclear: si se refiere a una explosión en tierra, subterránea o solo a pruebas de portadores sin ojivas atómicas”, señaló el ministro.
Aun así, Lavrov subrayó que Rusia está dispuesta a dialogar sobre las preocupaciones de Washington en torno a supuestas pruebas nucleares encubiertas en territorio ruso, las cuales —aseguró— no han ocurrido. “El presidente solo nos encomendó analizar la situación y llegar a una propuesta consensuada sobre en qué medida la situación exige estudiar la reanudación de los ensayos nucleares”, puntualizó.
El hermetismo del Kremlin ante los rumores
La prolongada ausencia de Lavrov no pasó inadvertida en los círculos diplomáticos y mediáticos rusos. Su exclusión de la reciente reunión del Consejo de Seguridad de Rusia, donde Putin encargó a los ministerios de Defensa y Relaciones Exteriores un informe sobre la estrategia nuclear, avivó las especulaciones sobre su estado.
Algunos analistas sostienen que su ausencia pudo deberse a problemas de salud, ya que también fue retirado de las listas de delegaciones oficiales a foros internacionales que implicaban largos viajes. Sin embargo, el Kremlin no ofreció explicaciones, manteniendo la tradicional política de silencio heredada de la era soviética.
En contraste, su reaparición busca restablecer la imagen de estabilidad en la diplomacia rusa y enviar un mensaje de continuidad, en momentos en que el país enfrenta presiones externas, sanciones económicas y tensiones crecientes con Occidente.
Una cumbre incierta pero estratégica
La posible cumbre Putin–Trump en Budapest se perfila como un intento de reabrir canales diplomáticos entre Moscú y Washington, en un contexto global cada vez más polarizado. De concretarse, sería el primer encuentro bilateral de alto nivel entre ambos mandatarios desde 2018 y podría abordar temas sensibles como el control de armas, la cooperación energética y la seguridad internacional.
Aun así, el futuro de la reunión sigue siendo incierto. Estados Unidos no ha confirmado su disposición a reanudar las negociaciones, mientras que Rusia insiste en que “el diálogo no debe romperse, incluso en tiempos difíciles”, como enfatizó Lavrov.
Su mensaje final reflejó la postura tradicional de la diplomacia rusa: firme, desafiante y calculadamente abierta. “Estamos listos para hablar, pero sobre bases de igualdad y respeto mutuo”, afirmó, cerrando así su primera aparición pública tras semanas de especulación.


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