La guerra de Ucrania ha destapado la «crisis estructural» de la base industrial de defensa de Occidente. Décadas de desindustrialización y modelos de producción optimizados para la paz han dejado a Europa con serias dificultades para reponer y fabricar equipos militares a gran escala.
Mientras los líderes políticos debaten sobre porcentajes del PIB destinados a defensa, una realidad más profunda y preocupante emerge del campo de batalla en Ucrania: la capacidad industrial militar de Occidente está en crisis. La guerra de desgaste ha puesto de manifiesto que, tras décadas de paz y desindustrialización, Europa y Estados Unidos enfrentan enormes dificultades para producir armamento y municiones al ritmo que exigen los conflictos modernos, una velocidad que Rusia y China parecen dominar.
Este análisis va más allá de los titulares diarios para explorar una ansiedad fundamental que recorre las capitales europeas: ¿está Occidente preparado para una era de competencia entre grandes potencias?
El Talón de Aquiles: Producción «Justo a Tiempo» vs. Guerra de Desgaste
El modelo económico occidental de las últimas décadas, basado en la eficiencia, la subcontratación global y la producción «justo a tiempo», ha demostrado ser el talón de Aquiles en el ámbito de la defensa. Este sistema, diseñado para minimizar costes y inventarios en tiempos de paz, es incapaz de responder a la demanda masiva y sostenida de una guerra convencional de alta intensidad.
El ejemplo más claro es el cuello de botella en la producción de proyectiles de artillería de 155 mm, la munición más crítica en el frente ucraniano. La escasez ha forzado a la Unión Europea y a la OTAN a lanzar programas de emergencia para modernizar y ampliar plantas de fabricación, muchas de las cuales datan de la Segunda Guerra Mundial. El proceso es lento y costoso, lastrado por la antigüedad de las infraestructuras y una alarmante dependencia de proveedores externos para componentes críticos como el TNT, que se importa mayoritariamente de Corea del Sur.
Aunque la Comisión Europea ha movilizado 500 millones de euros para intentar duplicar la producción, la fragmentación industrial del continente y los largos plazos de contratación siguen siendo un obstáculo formidable.
La Ventaja del Adversario: La Economía de Guerra de Rusia y China
En marcado contraste, Rusia ha puesto su economía en pie de guerra. Desde 2022, ha multiplicado su producción de misiles, vehículos blindados y, crucialmente, munición. Se estima que la industria rusa produce aproximadamente 3 millones de proyectiles de artillería al año, lo que equivale a unos 250.000 al mes. Esta cifra supera con creces la producción combinada de Estados Unidos y la Unión Europea, que apenas alcanza los 1,2 millones anuales. Esta superioridad numérica está marcando la diferencia en el frente.
Por su parte, China mantiene una base industrial militar altamente estatalizada y flexible, lo que le permite escalar la producción de forma rápida ante una crisis. Su estrategia de «fusión civil-militar» optimiza la fabricación de armamento, apoyada por un dominio casi total en cadenas de suministro vitales, como las baterías de iones de litio, donde controlaba el 77% de la capacidad global en 2022.
«Un desequilibrio prolongado [entre el gasto militar y el social] podría socavar la legitimidad política y la estabilidad interna de las democracias liberales europeas, sin asegurar la paridad estratégica.» – Análisis de Bruegel y European Council on Foreign Relations.
El debate sobre si destinar un 2%, un 3% o un 5% del PIB a defensa podría ser una distracción del problema real. Inyectar miles de millones de euros en un sistema industrial atrofiado, fragmentado y dependiente de terceros países es como echar gasolina en un motor roto. La verdadera amenaza para la seguridad de Europa a largo plazo no parece ser la falta de fondos, sino la falta de fábricas, de ingenieros cualificados y de cadenas de suministro soberanas. La verdadera pregunta no es cuánto está dispuesta a gastar Europa, sino si es capaz de reconstruir la base industrial que desmanteló en las últimas décadas.


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