Horas después de una infructuosa llamada entre Donald Trump y Vladímir Putin, Rusia desató un ataque masivo de más de ocho horas sobre Ucrania, utilizando más de 550 drones y misiles. La ofensiva dejó decenas de heridos y al menos un muerto, marcando una peligrosa escalada en el conflicto.
La diplomacia se hizo añicos en la noche del jueves al viernes. Horas después de una tensa llamada telefónica en la que el presidente de EE.UU., Donald Trump, expresó su «descontento» por la falta de avances hacia la paz, Rusia desató uno de los ataques aéreos más brutales y extensos desde el inicio de la guerra. Durante más de ocho horas, una lluvia de 11 misiles y más de 500 drones cayó sobre territorio ucraniano, en una operación de desgaste y terror psicológico.
Un ataque masivo y cínico
El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, calificó la ofensiva como «deliberadamente masiva y cínica». En total, se lanzaron 550 objetivos, incluyendo al menos 330 drones ‘Shahed’ de fabricación iraní. Aunque el principal objetivo fue la capital, Kiev, el ataque se extendió a las regiones de Dnipropetrovsk, Sumi, Járkov y Cherníguiv, demostrando la escala de la operación.
En Kiev, el caos se apoderó de la noche. Los informes sobre víctimas fueron evolucionando con el paso de las horas: lo que inicialmente eran 19 heridos, los servicios de emergencia lo actualizaron a 26 personas heridas y al menos un civil muerto. Las víctimas, con edades comprendidas entre los 25 y 57 años, sufrieron politraumatismos, quemaduras y heridas cortantes por la caída de escombros. El alcalde Vitali Klitschko confirmó que 15 de los heridos requirieron hospitalización.
Los servicios de emergencia trabajaron sin descanso para extinguir incendios en techos de edificios residenciales y vehículos en llamas en los distritos de Solomyanskyi y Darnytskyi, mientras las autoridades advertían a la población sobre la alta concentración de productos de combustión en el aire y el riesgo de detonaciones por los restos de drones sin explotar.
«Sólo quiere seguir matando gente.» – Donald Trump, Presidente de EE.UU., tras su llamada con Putin y el posterior bombardeo.
La furia de Trump fue palpable, amenazando con nuevas sanciones y dejando claro que la vía diplomática se había convertido en el preludio de una mayor violencia.
La venganza de Ucrania: Enjambres de drones en el corazón de Rusia
La respuesta de Kiev no se hizo esperar. Lejos de mostrarse intimidada, Ucrania demostró una capacidad ofensiva creciente y coordinada, lanzando un contraataque masivo con al menos 159 drones sobre territorio ruso. Durante la noche del sábado al domingo, 120 drones fueron derribados sobre diez regiones de la parte europea de Rusia, y otros 39 fueron interceptados en la mañana del domingo.
Las regiones atacadas incluyen Briansk, la más castigada con decenas de derribos, así como Oriol, Tula, Bélgorod, Kursk y Kaluga. Esta operación simétrica no es un acto aislado, sino la materialización de una nueva doctrina militar ucraniana: llevar la guerra al territorio del agresor.
Este contraataque se produce días después de que Zelenskyy anunciara acuerdos con Estados Unidos y Dinamarca para incrementar la producción y adquisición de drones de largo alcance, con el objetivo explícito de golpear infraestructuras estratégicas dentro de Rusia. Ataques previos, como el que alcanzó una instalación de producción militar en Izhevsk, ya habían señalado esta nueva capacidad.
La secuencia de eventos —llamada diplomática, ataque masivo y contraataque masivo— sugiere que la guerra ha evolucionado. Ya no se detiene para hablar; ahora se habla para justificar la siguiente fase de la guerra, en un ciclo de escalada que se desarrolla a una velocidad alarmante y con consecuencias impredecibles para la seguridad del continente.
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