La Unión Europea ha adoptado un enfoque de “disuasión” en su política migratoria, resultando en un grave deterioro de los derechos humanos. Informes de ONGs como Human Rights Watch denuncian un aumento de muertes en el mar, expulsiones ilegales y abusos sistemáticos en sus fronteras.
Lejos de los focos de las cumbres políticas y las guerras comerciales, se libra una batalla silenciosa y constante en las fronteras de Europa. Una batalla donde los derechos humanos y los valores fundacionales de la Unión Europea parecen desmoronarse. Según un devastador informe de Human Rights Watch (HRW), las políticas migratorias y de asilo de la UE se han centrado de forma creciente en la «disuasión», una estrategia que, en la práctica, ha agravado los abusos, provocado más muertes en el mar y normalizado las expulsiones ilegales de personas que buscan protección.
El “pacto sobre migración”: menos derechos, más detenciones
Presentado como una solución a la crisis, el nuevo Pacto sobre Migración y Asilo de la UE, adoptado en mayo de 2024, ha sido duramente criticado por organizaciones de derechos humanos. Según HRW, el pacto «restringe gravemente los derechos» de las personas migrantes, dificulta el acceso al procedimiento de asilo e incrementa la detención en las fronteras, incluso de familias con niños.
Este marco legal parece dar cobertura a prácticas que ya se venían produciendo. En Alemania, por ejemplo, la justicia ha declarado ilegales las «devoluciones en caliente» de solicitantes de asilo en los controles fronterizos, pero el gobierno asegura que no renuncia a esta medida. La falta de vías regulares para la migración fuerza a la inmensa mayoría de los refugiados a optar por rutas irregulares y peligrosas, ante la práctica imposibilidad de solicitar asilo fuera del territorio europeo.
Externalización de fronteras: los acuerdos de la vergüenza
Una de las estrategias clave de la UE es la «externalización» de sus fronteras. Consiste en firmar acuerdos de cooperación migratoria con terceros países para que ellos se encarguen de frenar los flujos migratorios antes de que lleguen a suelo europeo. La UE ha cerrado pactos con Egipto, Mauritania y Túnez, que se suman al continuo apoyo a las autoridades de Libia y Marruecos para el control migratorio, todo ello «sin garantías efectivas de respeto a los derechos humanos».
Las consecuencias son dramáticas. Organizaciones humanitarias han denunciado la muerte de al menos 18 personas cerca de la frontera de Libia tras ser deportadas del país, poco después de que este firmara un acuerdo migratorio con la UE. Según los informes, dos centenares de migrantes permanecían abandonados en la zona en condiciones infrahumanas.
“Los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados enfrentan violencia, expulsiones ilegales e incluso la muerte como resultado del enfoque de la UE en políticas de disuasión y externalización”,- Benjamin Ward, subdirector para Europa y Asia Central de Human Rights Watch.
Al externalizar sus fronteras, la UE ha creado una especie de geografía de la deshumanización, donde el valor de una vida y el acceso a los derechos dependen del lugar donde se encuentre una persona. Se han creado zonas de exclusión legal —en aguas internacionales, en los desiertos del norte de África, en campos de detención de terceros países— donde las leyes europeas e internacionales de derechos humanos, aunque existen en la teoría, dejan de aplicarse en la práctica. No parece ser un fallo del sistema, sino una característica deliberada de su diseño, una «deslocalización de la ilegalidad» que plantea una crisis existencial para el alma del proyecto europeo.
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