Mientras el mundo miraba las explosiones en las instalaciones nucleares de Irán, una guerra en la sombra mucho más precisa y escalofriante estaba en marcha. Esta es la historia no contada de cómo Israel no solo atacó infraestructura, sino que cazó conocimiento.
La narrativa pública de la «Operación León Ascendente» de Israel se centró en imágenes de alta tecnología: cazas F-35 surcando los cielos y bombas de precisión impactando instalaciones fortificadas como Fordo y Natanz. Fue una demostración de poderío militar convencional. Sin embargo, bajo esta capa de guerra visible, se desarrollaba una estrategia paralela, más silenciosa pero quizás mucho más devastadora a largo plazo: una campaña sistemática para eliminar el capital humano detrás del programa nuclear de Irán.
El Objetivo No Eran Ladrillos, Eran Personas: 14 Científicos Eliminados
La impactante revelación provino de una fuente oficial israelí. En una entrevista con la agencia de noticias Associated Press, el embajador de Israel en Francia, Joshua Zarka, confirmó que los ataques israelíes habían matado deliberadamente a al menos 14 de los principales líderes científicos de Irán.
No eran bajas colaterales. Eran objetivos de alto valor. Entre los muertos se encontraban físicos, ingenieros nucleares, químicos y expertos en materiales y explosivos. Según el ejército israelí, nueve de ellos, asesinados en la primera oleada de ataques el 13 de junio, «poseían décadas de experiencia acumulada en el desarrollo de armas nucleares». Esta precisión demuestra una operación de inteligencia meticulosa y un objetivo claro: no solo destruir el hardware, sino borrar el software humano.
«Borrar el Conocimiento»: El Frío Cálculo Estratégico
¿Por qué arriesgarse a operaciones tan complejas y políticamente sensibles? La lógica detrás de esta campaña es tan fría como efectiva. Un edificio bombardeado puede reconstruirse. El uranio enriquecido puede producirse de nuevo. Pero décadas de conocimiento especializado, de experiencia práctica y de colaboración científica acumuladas en la mente de un puñado de expertos son, en gran medida, irremplazables.
«Fueron asesinados no por el hecho de que supieran física, sino por la lucha en la que estaban personalmente involucrados: la creación, la fabricación y la producción de un arma nuclear». – Joshua Zarka, Embajador de Israel en Francia.
El objetivo estratégico es doble. Primero, provocar un retraso significativo en el programa que va más allá del daño material. Segundo, infundir miedo. Como señaló un analista, la intención es «asustar a la gente para que no trabaje en estos programas». El mensaje para la próxima generación de físicos iraníes es claro: participar en el programa nuclear puede tener un costo personal y fatal.
Un Patrón de Asesinatos: De Fakhrizadeh al Presente
Esta campaña no es un hecho aislado. Se inscribe en un largo historial de guerra en la sombra. Durante años, Israel ha sido sospechoso de estar detrás de una serie de asesinatos de científicos iraníes. El caso más notorio fue el de Mohsen Fakhrizadeh, considerado el padre del programa nuclear iraní, eliminado en 2020 con una ametralladora operada por control remoto.
La diferencia ahora es la escala y el reconocimiento casi oficial. La «Operación León Ascendente» ha sacado esta estrategia de las sombras y la ha convertido en un pilar central de la doctrina militar de Israel contra Irán. Es una evolución escalofriante de la guerra moderna, donde el campo de batalla se expande para incluir los laboratorios y las mentes de los científicos. La guerra ya no es solo por el territorio, sino por el conocimiento mismo.


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