El clima político en Líbano se tensó este viernes tras las declaraciones de Naim Qasem, líder de Hezbollah, quien acusó al gobierno libanés de “entregar el país a Israel”. Las palabras del dirigente chiita generaron alarma en la región, pues sugieren un riesgo latente de conflictos internos o incluso guerra civil.
Qasem señaló que el gobierno, bajo presión de Estados Unidos, busca desarmar a Hezbollah antes de finales de 2025, debilitando la influencia de la organización, clave en la política y seguridad del país desde la guerra civil (1975-1990).
Hezbollah debilitado tras la guerra de 2024
La guerra de 2024 contra Israel dejó a Hezbollah gravemente afectado: parte de su arsenal fue destruido y varios directivos fueron diezmados. A pesar de esto, el movimiento chiita sigue siendo la única facción en Líbano con armas autorizadas tras la guerra civil, lo que explica la reacción inmediata frente al plan de desarme del gobierno.
Durante su discurso televisado, Qasem responsabilizó al Ejecutivo de cualquier estallido interno:
“Este gobierno está cumpliendo la orden estadounidense-israelí de poner fin a la resistencia, incluso si eso conduce a una guerra civil y a conflictos internos”, afirmó.
Apoyo internacional y alianzas estratégicas
Las tensiones se intensifican por la influencia de Irán, que financia y respalda a Hezbollah. Qasem se reunió recientemente con Ali Larijani, jefe del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, reforzando la cooperación estratégica entre Teherán y Beirut en medio de la presión occidental y la amenaza de nuevos ataques israelíes.
El líder chiita subrayó que la misión del gobierno debería centrarse en la estabilidad y reconstrucción de Líbano, no en ceder a la presión de Israel o Estados Unidos. Estas declaraciones reflejan la complejidad geopolítica del país y el equilibrio delicado entre actores internos y externos.
Respuesta del gobierno libanés
El primer ministro Nawaf Salam calificó las declaraciones de Qasem como “inaceptables”. A través de la red X, advirtió que todas las amenazas o insinuaciones de guerra civil son inadmisibles y podrían poner en riesgo la paz social y la estabilidad política en Beirut.
El gobierno libanés busca manejar la situación con cautela, evitando que la tensión escale mientras se negocian planes de seguridad y desarme que podrían redefinir la estructura militar interna del país.
Implicaciones regionales
El conflicto entre Hezbollah y el gobierno refleja un fenómeno más amplio en Oriente Medio: la presión de potencias extranjeras sobre actores locales y la influencia de grupos armados respaldados por países como Irán. La situación podría afectar la política regional, la seguridad fronteriza con Israel y la cooperación internacional en temas de defensa y estabilidad.
Expertos advierten que la gestión del desarme debe equilibrarse con la protección de la soberanía libanesa para evitar escaladas violentas que involucren a comunidades chiitas y sunitas en posibles enfrentamientos internos.


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