Eran cerca de las tres de la madrugada cuando los primeros estruendos despertaron a las familias del norte de Gaza. “Fue una noche muy violenta”, declaró un rescatista de la defensa civil, mientras las sirenas rompían el silencio de un barrio reducido a escombros.
A pesar de los llamados internacionales a la paz, Israel lanzó 93 ataques aéreos y de artillería en 24 horas, dejando al menos 70 muertos, entre ellos siete niños. Con ello, la cifra total de víctimas desde el inicio de la ofensiva israelí supera las 67 mil personas, según autoridades del enclave palestino.
“Seguimos contando cuerpos, no horas”, afirmó un médico del hospital Al-Shifa, mientras cargaba a una niña con heridas de metralla.
Ignoran los llamados al alto el fuego
La defensa civil de Gaza acusó al ejército israelí de ignorar los llamados del presidente estadounidense Donald Trump, quien había propuesto un plan de alto el fuego respaldado por parte de la comunidad internacional.
Israel, por su parte, sostuvo que los ataques estaban dirigidos contra un militante de Hamas y lamentó las muertes civiles como “daños colaterales”. Sin embargo, los residentes aseguran que los bombardeos no distinguen entre combatientes y familias inocentes.
“Necesitamos ver evidencia concreta sobre el terreno”, señaló James Elder, portavoz de UNICEF, tras visitar hospitales donde niños heridos suplican por agua o atención médica.
Voces desde el dolor y la esperanza
Entre los escombros, Marwan Sabita, padre de cinco hijos, sostiene que aún confía en la paz. “Le pido a Dios que el derramamiento de sangre termine ya”, dijo, mientras mostraba las fotos de sus hijos.
Las imágenes transmitidas por Al Jazeera mostraron escenas contrastantes: mientras algunos palestinos celebraban un posible avance diplomático, otros cavaban tumbas improvisadas para sus seres queridos.
Para muchos, cualquier mención de un acuerdo parece lejana.
“La guerra ya no solo destruye hogares, destruye generaciones enteras”, comentó un voluntario local.
Violencia también en Cisjordania
La tensión no se limita a Gaza. En Cisjordania reocupada, soldados israelíes mataron a un joven en Beit Inan, cerca de Jerusalén, e hirieron a otros dos palestinos en Deir Jarir, al norte de Ramallah.
Colonias israelíes, bajo protección militar, irrumpieron en aldeas palestinas y quemaron vehículos, en lo que se describe como una nueva ola de violencia de colonos.
“Es un patrón de impunidad”, denunció la agencia Wafa, recordando que estos ataques coinciden con el aumento de la ofensiva militar en Gaza.
En Israel también piden la paz
Mientras tanto, Tel Aviv vivió una movilización sin precedentes: más de 100 mil israelíes marcharon exigiendo el fin de la guerra y un acuerdo para liberar a los rehenes.
Entre los manifestantes estaba Gadi Mozes, exrehén de 80 años, quien aseguró que por primera vez siente esperanza. “Debe llegar la paz. Ya perdimos demasiado”, dijo.
También participó Yotam Kipnis, quien perdió a sus padres en el ataque del 7 de octubre de 2023:
“Tiene que haber paz entre nosotros y los palestinos. La única pregunta es cuánta sangre más se derramará hasta que ocurra”.
Un conflicto que no deja de sangrar
Cada nuevo bombardeo, cada niño herido, cada protesta en Israel o Gaza, refuerza una dolorosa verdad: la guerra sigue devorando la esperanza.
El pueblo palestino exige hechos, no promesas, mientras el mundo observa con impotencia una de las crisis humanitarias más graves del siglo.
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