Desde que Donald Trump anunció su intención de postularse para presidente en 2015, sus mensajes sobre los migrantes latinos fueron una mezcla de estigmatización y amenazas. Hoy, con un segundo mandato asegurado, la situación para millones de personas en Estados Unidos se vuelve incierta, especialmente para quienes llegaron desde América Latina y el Caribe en busca de un futuro mejor.
La narrativa antimigrante de Trump y sus efectos
Cuando Trump describió a los migrantes mexicanos como «violadores» y «narcotraficantes» en su discurso de lanzamiento de campaña, muchos pensaron que esos comentarios eran solo una táctica política. Sin embargo, pronto quedó claro que esa retórica era una política central de su administración. Este discurso se amplió, y Trump comenzó a señalar a migrantes de todo origen latinoamericano, asociándolos con la criminalidad y otras amenazas para la sociedad estadounidense.
Durante su primer mandato, ya como presidente, Trump impulsó políticas antimigrantes que afectaron directamente a miles de personas y comunidades. En 2018, suspendió ayuda a Guatemala, El Salvador y Honduras, acusándolos de «malversación» de fondos estadounidenses. También atacó a los migrantes venezolanos en Colorado y se refirió despectivamente a países como El Salvador y Haití.
Segundo mandato: Deportaciones masivas y fin de programas clave
Para su regreso a la Casa Blanca, Trump ha dejado claro que buscará implementar políticas migratorias aún más estrictas, enfocándose en deportaciones masivas. Entre las medidas planeadas, destaca:
- Suspensión del TPS: El programa de Estatus de Protección Temporal (TPS), que ampara a personas de El Salvador, Honduras y Haití, está en la mira para su cancelación.
- Fin de DACA: Trump también ha prometido finalizar el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que permite a miles de jóvenes indocumentados trabajar y estudiar en EE.UU.
Estas acciones no solo impactan a los migrantes y sus familias, sino que representan una amenaza para las economías locales y la estabilidad de las comunidades en Estados Unidos y México.
Los efectos en la sociedad y la percepción de los migrantes
La victoria de Trump en 2024 resalta una tendencia alarmante: el crecimiento de un sentimiento antimigrante incluso entre quienes antes fueron migrantes. La periodista Paola Ramos aborda este fenómeno en su libro Desertores: El ascenso de la extrema derecha latina, donde expone cómo las generaciones de migrantes que se integraron en la sociedad estadounidense han comenzado a distanciarse de los recién llegados. Este «cambio de lealtades» obedece al temor de perder su posición y estatus dentro de la sociedad estadounidense.
La actitud excluyente, potenciada por figuras como Trump, ha contribuido a que algunos migrantes integrados rechacen a otros migrantes, lo que complica aún más la lucha por los derechos de todos. Con estos antecedentes, la narrativa antimigrante de Trump encuentra respaldo incluso entre algunos sectores de la comunidad latina, lo que representa un gran desafío para la solidaridad entre grupos de origen latinoamericano en Estados Unidos.
La respuesta de México ante las nuevas políticas de Trump
Ante la inminencia de estas políticas, el gobierno de México enfrenta una serie de retos para proteger a sus ciudadanos en Estados Unidos y prepararse para posibles retornos masivos. La administración de la presidenta Claudia Sheinbaum está evaluando opciones para amortiguar el impacto de las deportaciones masivas y, de ser necesario, integrar a los deportados en un contexto laboral y social que les permita retomar sus vidas.
A pesar de los desafíos, las autoridades mexicanas confían en que el acuerdo del T-MEC y la relación comercial con EE.UU. ayuden a contrarrestar algunas medidas migratorias drásticas. Sin embargo, también existe el riesgo de que Trump utilice su influencia en el sector comercial para presionar al gobierno mexicano en temas como la seguridad fronteriza y el control de narcotráfico.
Un llamado a la acción y la solidaridad
El regreso de Trump a la presidencia plantea un reto para las organizaciones de derechos humanos y para los gobiernos de toda América Latina. Los desafíos son múltiples, desde apoyar a las familias afectadas hasta presionar por políticas migratorias que respeten los derechos humanos y la dignidad de los migrantes.
La unión entre los distintos países de la región es fundamental para enfrentar la amenaza de políticas que atentan contra los derechos y libertades de millones de personas. Esta unidad es clave para establecer una defensa conjunta y eficiente de los migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos.
Desde que Donald Trump anunció su intención de postularse para presidente en 2015, sus mensajes sobre los migrantes latinos fueron una mezcla de estigmatización y amenazas. Hoy, con un segundo mandato asegurado, la situación para millones de personas en Estados Unidos se vuelve incierta, especialmente para quienes llegaron desde América Latina y el Caribe en busca de un futuro mejor.
La narrativa antimigrante de Trump y sus efectos
Cuando Trump describió a los migrantes mexicanos como «violadores» y «narcotraficantes» en su discurso de lanzamiento de campaña, muchos pensaron que esos comentarios eran solo una táctica política. Sin embargo, pronto quedó claro que esa retórica era una política central de su administración. Este discurso se amplió, y Trump comenzó a señalar a migrantes de todo origen latinoamericano, asociándolos con la criminalidad y otras amenazas para la sociedad estadounidense.
Durante su primer mandato, ya como presidente, Trump impulsó políticas antimigrantes que afectaron directamente a miles de personas y comunidades. En 2018, suspendió ayuda a Guatemala, El Salvador y Honduras, acusándolos de «malversación» de fondos estadounidenses. También atacó a los migrantes venezolanos en Colorado y se refirió despectivamente a países como El Salvador y Haití.
Segundo mandato: Deportaciones masivas y fin de programas clave
Para su regreso a la Casa Blanca, Trump ha dejado claro que buscará implementar políticas migratorias aún más estrictas, enfocándose en deportaciones masivas. Entre las medidas planeadas, destaca:
- Suspensión del TPS: El programa de Estatus de Protección Temporal (TPS), que ampara a personas de El Salvador, Honduras y Haití, está en la mira para su cancelación.
- Fin de DACA: Trump también ha prometido finalizar el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que permite a miles de jóvenes indocumentados trabajar y estudiar en EE.UU.
Estas acciones no solo impactan a los migrantes y sus familias, sino que representan una amenaza para las economías locales y la estabilidad de las comunidades en Estados Unidos y México.
Los efectos en la sociedad y la percepción de los migrantes
La victoria de Trump en 2024 resalta una tendencia alarmante: el crecimiento de un sentimiento antimigrante incluso entre quienes antes fueron migrantes. La periodista Paola Ramos aborda este fenómeno en su libro Desertores: El ascenso de la extrema derecha latina, donde expone cómo las generaciones de migrantes que se integraron en la sociedad estadounidense han comenzado a distanciarse de los recién llegados. Este «cambio de lealtades» obedece al temor de perder su posición y estatus dentro de la sociedad estadounidense.
La actitud excluyente, potenciada por figuras como Trump, ha contribuido a que algunos migrantes integrados rechacen a otros migrantes, lo que complica aún más la lucha por los derechos de todos. Con estos antecedentes, la narrativa antimigrante de Trump encuentra respaldo incluso entre algunos sectores de la comunidad latina, lo que representa un gran desafío para la solidaridad entre grupos de origen latinoamericano en Estados Unidos.
La respuesta de México ante las nuevas políticas de Trump
Ante la inminencia de estas políticas, el gobierno de México enfrenta una serie de retos para proteger a sus ciudadanos en Estados Unidos y prepararse para posibles retornos masivos. La administración de la presidenta Claudia Sheinbaum está evaluando opciones para amortiguar el impacto de las deportaciones masivas y, de ser necesario, integrar a los deportados en un contexto laboral y social que les permita retomar sus vidas.
A pesar de los desafíos, las autoridades mexicanas confían en que el acuerdo del T-MEC y la relación comercial con EE.UU. ayuden a contrarrestar algunas medidas migratorias drásticas. Sin embargo, también existe el riesgo de que Trump utilice su influencia en el sector comercial para presionar al gobierno mexicano en temas como la seguridad fronteriza y el control de narcotráfico.
Un llamado a la acción y la solidaridad
El regreso de Trump a la presidencia plantea un reto para las organizaciones de derechos humanos y para los gobiernos de toda América Latina. Los desafíos son múltiples, desde apoyar a las familias afectadas hasta presionar por políticas migratorias que respeten los derechos humanos y la dignidad de los migrantes.
La unión entre los distintos países de la región es fundamental para enfrentar la amenaza de políticas que atentan contra los derechos y libertades de millones de personas. Esta unidad es clave para establecer una defensa conjunta y eficiente de los migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos.
¡Únete a nuestro canal de Telegram! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil


TE PODRÍA INTERESAR