Tras años de tensiones diplomáticas, la posibilidad de un nuevo acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán vuelve a colocarse en el centro del tablero geopolítico. Pero esta vez, el tono es más severo que nunca.
En una postura mucho más firme que la adoptada días antes, Steve Witkoff, enviado especial de Donald Trump para Medio Oriente, afirmó que Irán debe eliminar por completo su programa de enriquecimiento de uranio si desea alcanzar un nuevo acuerdo con Washington.
“Cualquier acuerdo final debe establecer un marco para la paz, la estabilidad y la prosperidad en Medio Oriente«, escribió Witkoff en la red social X. «Eso significa que Irán debe detener y eliminar su programa de enriquecimiento nuclear y armamento”.
Estas palabras representan un giro decisivo en la narrativa de las negociaciones. El día anterior, el mismo Witkoff se mostró más flexible en una entrevista con Fox News, donde indicó que el foco estaría en la verificación de los niveles de enriquecimiento.
Pero ahora, el mensaje está claro: sin desmantelamiento total, no hay acuerdo.
Un pasado que pesa
La historia reciente entre Teherán y Washington ha estado marcada por rupturas y promesas rotas. En 2015, bajo la presidencia de Barack Obama, se firmó un acuerdo que limitaba el enriquecimiento de uranio al 3.67%, nivel considerado adecuado para usos civiles. Sin embargo, Trump se retiró del tratado en 2018, argumentando que Irán no era confiable.
Desde entonces, el régimen iraní ha incrementado sus niveles de enriquecimiento, llegando hasta el 60%, según informes del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). La cifra roza el umbral del 90%, el necesario para desarrollar armas nucleares.
Teherán insiste en que su programa es exclusivamente para fines pacíficos, como la generación de energía, pero la comunidad internacional observa con preocupación.
Confusión diplomática y tensiones crecientes
Mientras Witkoff sube el tono, las conversaciones indirectas con Irán continúan en un terreno incierto. El primer encuentro se realizó en Omán, pero aún no se define si la próxima ronda será en Roma o de nuevo en suelo omaní.
El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmail Baghaei, fue contundente: “Mientras continúe el lenguaje de sanciones, presión y amenazas, no habrá negociaciones directas”.
A pesar de los desacuerdos, hay esfuerzos por mantener el canal diplomático abierto. Rafael Mariano Grossi, director del OIEA, viajará esta semana a Teherán para reunirse con el presidente Masoud Pezeshkian y el canciller Abbas Araghchi. Su objetivo: reforzar la cooperación y evitar una escalada militar.
Trump: presión máxima o ataque militar
Donald Trump no ha ocultado su impaciencia. Desde el Air Force One, declaró que su administración tomará «muy rápidamente» una decisión sobre Irán si no hay avances reales. El presidente ha dejado claro que, de fracasar las negociaciones, considera viable un ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes.
Por ahora, Washington ofrece un posible alivio de sanciones a cambio del desmantelamiento total del programa nuclear. Pero Irán, debilitado por la crisis económica, se resiste a renunciar a una de sus principales cartas de negociación: el enriquecimiento de uranio.
Baghaei lo resume con claridad: “El tema de las garantías es especialmente importante, dado el historial de promesas incumplidas”.
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