En un giro que recuerda los momentos más tensos de la guerra comercial entre EE.UU. y China, Donald Trump ha vuelto a empuñar la herramienta de los aranceles, esta vez con un nuevo objetivo: las medicinas importadas.
Desde el Air Force One, Trump declaró con entusiasmo que su administración se prepara para anunciar “grandes aranceles para las farmacéuticas”. Su argumento: si Estados Unidos consume más medicamentos que ningún otro país, también debería producirlas localmente. Una lógica simple, pero con ramificaciones complejas.
Esta medida podría poner fin a décadas de acuerdos que exentaban a las medicinas de impuestos, afectando directamente a países como India, China y varios miembros de la Unión Europea, principales exportadores de medicamentos al país norteamericano.
India y los genéricos: los primeros afectados
India es uno de los países más vulnerables ante esta decisión. Exporta medicamentos por valor de 13 mil millones de dólares anuales, de los cuales cerca del 66% tienen como destino los Estados Unidos. En su mayoría, se trata de fármacos genéricos —más económicos, pero esenciales— que podrían volverse inaccesibles para millones de personas.
Un estudio de la Universidad de Calcuta alerta: «Los márgenes en los medicamentos genéricos son muy bajos. Si se aplican aranceles, esos costos caerán directamente sobre los pacientes».
La decisión, de concretarse, podría disparar el precio de tratamientos cotidianos, desde antibióticos hasta medicamentos para la presión arterial, especialmente entre las poblaciones más vulnerables.
Europa reacciona: posible éxodo de laboratorios
La noticia no cayó en saco roto en Europa. En conversaciones con Ursula von der Leyen, ejecutivos de laboratorios como Merck, Eli Lilly y Novo-Nordisk advirtieron que si no se negocia un acuerdo comercial farmacéutico, considerarían mover parte de su producción a Estados Unidos.
El argumento es sencillo: si EE.UU. impone barreras económicas a las importaciones, instalarse directamente allí podría ser la única manera de sobrevivir en ese mercado. Esto podría marcar un antes y un después en la forma en que se produce y distribuye la medicina en el mundo.
¿Quién gana con esta jugada?
Según un informe de PriceWaterhouseCoopers, los ingresos por aranceles farmacéuticos podrían alcanzar los 76 mil millones de dólares si se impone un impuesto del 25%. A corto plazo, esto podría representar un alivio financiero para las arcas públicas estadounidenses, pero el costo social podría ser inmenso.
Subir los precios de medicamentos esenciales no solo afectaría a pacientes con enfermedades crónicas, sino que podría tensar aún más un sistema de salud ya presionado por los altos costos.
¿Qué sigue ya quién afecta realmente?
Aunque los aranceles aún no se han implementado, se espera que entren en vigor dentro de uno o dos meses. Las farmacéuticas internacionales hacen números, los analistas alertan sobre una posible crisis sanitaria, y millones de pacientes en EE.UU. se preguntan si tendrán que elegir entre comer o pagar sus medicinas.
Esta no es solo una batalla comercial: es un conflicto con consecuencias directas en la salud pública, que amenaza con romper cadenas de suministro global y redefinir el acceso a los tratamientos más esenciales.
¡Únete a nuestro canal en WhatsApp! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil


TE PODRÍA INTERESAR