El regreso del proteccionismo: la inspiración de Trump en el siglo XIX
Donald Trump ha dejado claro que su visión económica y geopolítica se inspira en el pasado. Su referente no es ningún presidente reciente, ni siquiera republicanos icónicos como Ronald Reagan. Su modelo es William McKinley, el último presidente estadounidense del siglo XIX, quien gobernó de 1897 a 1901 y fue precursor del imperialismo estadounidense.
McKinley promovió un fuerte proteccionismo comercial y llevó a Estados Unidos a la guerra contra España en 1898, con lo que su país tomó control de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Además, en su mandato se decretó la anexión de Hawái, consolidando el dominio estadounidense en el Pacífico. Su sucesor, Theodore Roosevelt, fortaleció este impulso expansionista con su famosa política del “gran garrote” (Big Stick), basada en la intervención directa en América Latina y el Caribe.
Trump parece querer replicar esta estrategia en el siglo XXI. Ha hablado de recuperar el control del Canal de Panamá, anexar Groenlandia y hasta convertir a Canadá en el estado 51 de Estados Unidos. También ha propuesto renombrar el Golfo de México como “Golfo de América”, como una forma simbólica de reafirmar la supremacía de su país en la región.
Pero, ¿realmente esta visión puede funcionar en el mundo actual?
Trump y el fin de la globalización: el peligro del nacionalismo extremo
El mundo de hoy no es el de finales del siglo XIX. En aquella época, Estados Unidos buscaba competir con las potencias imperiales europeas. Hoy, es la potencia hegemónica reinante, pero enfrenta un reto mucho mayor: la creciente influencia de China.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos lideró la creación de un orden internacional basado en el libre comercio, la estabilidad económica y la cooperación global. Esto permitió la expansión de la Unión Europea, la consolidación de tratados comerciales como el TLCAN y la incorporación de China a la economía global.
Sin embargo, Trump ve este orden como una amenaza. Su discurso nacionalista sostiene que Estados Unidos ha sido víctima del comercio global, argumentando que su país ha permitido que otras economías crezcan a su costa. Por ello, ha decidido romper con los principios de la globalización y regresar a una política de proteccionismo y aranceles.
Esto implica:
- Imponer aranceles a México y Canadá, debilitando la cooperación en América del Norte.
- Aumentar impuestos a las importaciones europeas y chinas, generando una guerra comercial.
- Reformular tratados internacionales, como ya hizo con el TLCAN al transformarlo en el T-MEC.
- Forzar a las empresas estadounidenses a producir dentro del país, con incentivos fiscales y penalizaciones.
El problema con esta visión es que puede debilitar la propia economía de Estados Unidos. El proteccionismo extremo no ha funcionado en el pasado y podría provocar inflación, menor competitividad y la pérdida de mercados clave para las exportaciones estadounidenses.
México, Canadá y el reto de enfrentar la política de Trump
Para México y Canadá, las políticas de Trump representan un enorme desafío. Ambos países dependen en gran medida del comercio con Estados Unidos y podrían verse gravemente afectados si las medidas proteccionistas se implementan sin acuerdos previos.
México, en particular, enfrenta una doble presión:
- El riesgo de los aranceles: La imposición de impuestos a las exportaciones mexicanas podría afectar sectores clave como la manufactura y la industria automotriz.
- La crisis migratoria: Trump ha dejado claro que endurecerá su política migratoria, lo que significará deportaciones masivas y una mayor presión sobre México para contener los flujos migratorios.
El gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá que diseñar una estrategia inteligente para proteger la economía mexicana sin entrar en un conflicto directo con Washington. Esto requerirá una diplomacia hábil, fortalecimiento del comercio con otros mercados y una postura firme en la negociación con la administración de Trump.
El futuro de Estados Unidos y la competencia con China
Uno de los mayores errores de la política de Trump es su falta de visión estratégica ante el crecimiento de China. Mientras Estados Unidos se enfoca en debilitar a sus aliados tradicionales, China avanza consolidando acuerdos comerciales con América Latina, Europa y África.
Si Trump insiste en aislar a Estados Unidos con su política proteccionista, podría terminar perdiendo su posición hegemónica en favor de China, que está dispuesta a llenar los vacíos que Washington deje en el comercio global.
La mejor estrategia para Estados Unidos no es atacar a sus aliados, sino fortalecer su posición en conjunto con México y Canadá para competir de manera efectiva contra China. Sin embargo, todo indica que Trump seguirá apostando por una visión de “Estados Unidos primero”, sin considerar las consecuencias a largo plazo.
El mundo ya no es el de McKinley, y Trump podría estar cometiendo un grave error
Donald Trump quiere regresar a un modelo de proteccionismo, nacionalismo y expansión territorial que funcionó hace más de un siglo, pero que difícilmente es viable en el siglo XXI. La economía global ha cambiado, y las dinámicas geopolíticas ya no responden a la lógica imperialista del siglo XIX.
Si insiste en su visión aislacionista, Estados Unidos podría debilitarse en lugar de fortalecerse, dejando espacio para que China y otras potencias ganen terreno.
Para México, este nuevo escenario exige preparación, diplomacia y diversificación económica. La relación con Estados Unidos será clave en los próximos años, y será fundamental encontrar un equilibrio entre la cooperación y la defensa de la soberanía nacional.
La gran pregunta es: ¿Trump logrará imponer su visión del siglo XIX en un mundo que ha cambiado drásticamente?
¡Únete a nuestro canal en WhatsApp! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil


TE PODRÍA INTERESAR