Una ola de coches bomba y ataques con fusil deja al menos 7 muertos en Cauca y Valle del Cauca. Descubre por qué esta crisis te importa y quién es ‘Iván Mordisco’.
Una serie de atentados coordinados con explosivos y ráfagas de fusil ha dejado un saldo de al menos siete muertos en el suroeste de Colombia, reviviendo el fantasma del narcoterrorismo y poniendo en jaque la política de seguridad del gobierno de Gustavo Petro.
Una escalada de violencia sin precedentes en los últimos meses ha sumido al suroeste de Colombia en una profunda crisis de seguridad, encendiendo las alarmas no solo a nivel nacional sino en toda la región. Una ofensiva coordinada, atribuida a las disidencias de las FARC, ha dejado un rastro de muerte y destrucción en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca, evidenciando la fragilidad de la paz en zonas estratégicas para el crimen organizado.
Una ofensiva coordinada: el suroeste de Colombia bajo fuego
La jornada del martes se convirtió en un escenario de terror. En un lapso de pocas horas, se registraron múltiples ataques casi simultáneos que demuestran un alto nivel de planificación. En el Valle del Cauca, la ciudad de Cali, una de las más importantes del país, fue sacudida por al menos tres explosiones de coches bomba. Ataques similares se reportaron en el municipio aledaño de Jamundí.
Paralelamente, en el departamento del Cauca, un viejo epicentro del conflicto armado, se detonaron explosivos en los municipios de El Bordo y Corinto, mientras que en Caloto, un francotirador asesinó a un policía. El saldo preliminar de esta ofensiva es de al menos siete personas fallecidas y decenas de heridos, sumiendo a la población local en el miedo y la incertidumbre.
Estos ataques no son aleatorios. Ocurren en un corredor geográfico vital para las economías ilícitas. La región es una ruta clave para el tráfico de drogas desde las zonas de producción en el interior del país hacia la costa del Pacífico, desde donde se exporta a mercados internacionales. En esta área operan no solo las disidencias de las FARC, sino también el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas criminales herederas del paramilitarismo.
El fantasma del narcoterrorismo: ¿Quién es ‘Iván Mordisco’?
En el centro de esta nueva ola de violencia se encuentra una figura clave del crimen organizado en Colombia: Néstor Gregorio Vera Fernández, más conocido por su alias ‘Iván Mordisco’. Considerado por las autoridades como el «hombre más buscado de Colombia», el gobierno de Gustavo Petro ofrece una recompensa de casi un millón de dólares por información que lleve a su captura.
«Estos atentados son una respuesta a los recientes avances militares en la zona, donde el Ejército estaría penetrando un ‘centro neurálgico’ de las estructuras lideradas por alias ‘Iván Mordisco’.» – Ministro de Defensa de Colombia.
‘Iván Mordisco’, de 50 años, es uno de los principales jefes del Estado Mayor Central (EMC), la facción más poderosa de las disidencias de las FARC. Su notoriedad creció en 2016 cuando, en la recta final del proceso de paz, anunció que su frente no se acogería a los acuerdos, continuando con la lucha armada. Desde entonces, se le atribuyen delitos de terrorismo, narcotráfico, asesinatos selectivos y el reclutamiento forzado de menores de edad.
La respuesta del estado y la percepción de caos
La reacción del gobierno ha sido contundente en el discurso, pero los resultados en el terreno son cuestionados por la población. Mientras el Ministerio de Defensa asegura que los ataques son una señal de la efectividad de las operaciones militares contra el EMC , la percepción ciudadana es diametralmente opuesta.
Una reciente encuesta de la firma Invamer revela datos alarmantes:
* El 89% de los colombianos considera que la inseguridad en el país está empeorando.
* Un 72% opina que la política de «paz total» del presidente Petro, que busca negociar con todos los grupos armados simultáneamente, va por mal camino.
Esta disonancia entre la narrativa oficial y la experiencia ciudadana se ha convertido en el centro del debate político. El propio presidente Petro ha calificado la percepción de «caos de violencia» como una «falsedad» y una «mentira mediática». Sin embargo, los hechos en Cali, Cauca y otras regiones del país continúan alimentando una creciente oleada de pesimismo y temor, planteando serios interrogantes sobre la capacidad del Estado para controlar vastas zonas de su territorio.
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